Parte 3

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|HARRY POTTER|

La noche anterior Hermione volvió aún más enojada que antes, no nos contó un porqué.

La mañana siguiente estaba corriendo a la clase de pociones, había estado buscando el libro de pociones de ese año como loco y finalmente lo había encontrado bajo una mesa en la sala común.

Entré justo detrás de Snape, casi quedando por fuera.

— Hoy se hará la poción mágica capilar —explicó Snape haciéndose en su escritorio.

— Sin duda el que más la necesita es él —murmuró Ron con una sonrisa burlón.

Snape no dejó pasar eso y le quito 10 puntos a Gryffindor.

— Me compadezco de los tontos de Gryffindor —comentó—. Así que les permitiré que se apoyen de un estudiante de Slytherin para este deber. Tienen 40 minutos, empiecen.

Por supuesto los de Gryffindor estábamos negandonos a unirnos con los de Slytherin, ni siquiera por una calificación.

Cada uno fue a tomar los materiales del armario. Sinceramente, habían varios de ellos que ni siquiera identificaba.

¿Pelo de escarbato zurdo? ¡¿Cuál es ese?!

Me quedé frente al armario verificando lo que leía y lo que había frente a mí, pero nada se me hacia familiar.

— No te preocupes, tampoco los diferencio —dijo una voz femenina tras de mí—. Aunque si has leído Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, sabrás que los escarbatos zurdos tienen un pelaje azulado.

Y en efecto, había un frasco con pelos azules. Saqué uno con cuidado y lo metí en el bolsillo de la capa. Me giré para agradecerle a la extraña, pero quedé helado al ver que era Vicky Lestrange.

Casi que estaba temblando, pero ella se mantenía relajada.

— Gracias —pronuncié con la voz titubeante.

Tomé los otros ingredientes y me senté en mi lugar, no sin antes darme cuenta de que ella me miraba con atención.

Empecé a trabajar, no sabía muy bien las cantidades exactas y Hermione se veía demasiado ocupada como para pedirle ayuda.

Y entonces la silla junto a mí emitió un sonido.

— ¿Podemos trabajar juntos?

Era ella. Otra vez.

Me fije en que todos nos miraban atentamente y murmuraban a nuestra dirección.

— Ya sé, no quieres que me vean contigo, lo entiendo —murmuró con esa expresión de calma—. Pero piensa que no tienes opción, no puedes hacer más que recibir mi ayuda o reprobar.

Debi haber dicho que no. Quería decir que no. Pero mis labios sólo dijeron:

— Está bien.

Ella reunió los materiales y comenzó a ponerlos dentro del caldero. Mientras, me explicaba cómo era la elaboración correctamente.

— No entiendo... En el libro lo explica de una manera diferente —comenté mirando la página que explicaba la elaboración.

— Si, pero Snape no la haría así.

— ¿Qué?

— Solo sígueme la corriente.

Hice lo que ella me pidió, y cuando al fin la mezcla tomó un tono gris Snape se levantó del escritorio.

— Pasaré a revisar cada una de sus pociones.

Pasó por cada caldero, dedicándole a todos una mirada de desaprobación. Como lo odiaba.

Amores Que SalvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora