⊹ ˚. Rose garden. ♡ / jaeyong - omegaverse

·˚ ༘あ yellow rose ♡

• •❲❅.jaehyun.❳

-quédate... quédate conmigo, por favor...

Su voz salió suplicante y casi en un gimoteo, baje la mirada para ver sus manos aferrándose a mi torso y ligeramente temblando que no pude evitar dejar una sutil caricia en el dorso de esta, no pude girarme por un par de minutos para poder verlo hasta después que decidí hacerlo, sus mejillas estaban humedad así que pase mis pulgares por las mismas para limpiar sus lágrimas, me devolví a la cama atrayéndolo a mi cuerpo de la cintura y él no hizo más que refugiarse en mis brazos, su aroma a rosas se sentía tan débil, incluso se sentía como ese momento donde dejas que las rosas se ahoguen en el agua por varios días, apenas se podía sentir el original, ni siquiera podía sentir el segundo aroma algo preocupante, pero pude notar como su cuerpo se relajaba al ser envuelto por el mío hasta quedarse en un estado de dormitación.

La puerta fue tocada más tarde y de esta se asomó uno de los omegas sirvientes al cual solo hice una seña con la mano haciendo que se retirara de inmediato, estaba seguro que avisaría algo sobre el desayuno pero no quería perder ni un momento a lado de taeyong, habíamos pasado ya casi un mes sin estar juntos y menos desde mi estúpido impulso se revelarle que había sido vendido a mí, a pesar de no estar al tanto de dicho trato, estaba agradecido de ello, ya que sin esa compra, jamás lo hubiera conocido, su aroma tenía algo inexplicable que me mantenía tan relajado y en un ambiente tan cálido que me hacía querer mantenerme a su lado todo el tiempo.

Observé su rostro tranquilo y pacífico, sus pestañas caían suavemente junto con su cabello que decidí comenzar a acomodarlo, pero no había sido tan delicado pues sus ojos se abrieron al primer toque, somnoliento regresó a verme y sonrió, algo que sinceramente había sido un impacto directo a mi corazón, tenía que irme.

Respondí con una sonrisa antes de intentar sepárame, pero él pareció adivinar mis acciones así que colocó una de sus piernas sobre mi cadera para evitar que lo hiciera y depósito un pequeño beso en la base del cuello, mi lobo me estaba pidiendo también quedarme ahí, tener el mayor contacto con el omega como lo había hecho otras veces y es que, la primera vez que su aroma a rosas me llamo, no pude detenerse especialmente cuando lo vi jadear debajo de mí, un pensamiento que escalo rápidamente por mi mente e hizo aumentar mi temperatura corporal, por lo que reuní mi poca cordura para tratar de mantenerme alejado, aún así, su aroma a rosas era más fuerte que antes que apenas lo había notado, incluso podía notar que los rasgos de agua habían desaparecido y las fresas le hicieron segunda de inmediato, una deliciosa combinación a la cual me había vuelto un completo adicto desde que lo tuve en mi habitación la primera vez.

La dulzura inundo mis fosas nasales haciendo que mi agarre en su cintura se hiciera mucho más fuerte sabiendo a lo que indicaba, su celo.

Pero estaba completamente seguro de que todo aquello era controlado con los supresores que acostumbraban darle los sirvientes, aunque pensándolo bien, ya teníamos más de un mes desde que nos habían atacado en mi antigua casa y no sabía si ese tipo de cosas había sido supervisado, no cuando en menos de lo que me di cuenta ya estaba adueñándome de esos esponjosos labios y acariciando su cintura por debajo de la pijama, su piel tan caliente hizo un pequeño contraste con la mía.

Las prendas volaron prácticamente en cuestión de segundos, tenía un taeyong hiperventilado en la cama buscando el mayor contacto directo, sus mejillas rosadas, pupilas dilatadas y sus labios ligeramente entre abiertos, sin duda era una maravillosa escena la cual admirar y yo lo estaba haciendo.

Aun así, la molestia en mi entrepierna no me permitió continuar haciéndolo y agradecí en ese momento que fuera su etapa de celo, su entrada estaba perfectamente lubricada, lista para poder recibirme en ese momento así que no lo dude cuando le penetre de una, fue una sensación exquisita poder recorrer su interior y que fuera bien recibido por el contrario con un gemido agudo aferrando sus piernas a mi cintura.