𝐧𝐢𝐧𝐞

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Leah miraba con preocupación como los piratas trataban de derribar la puerta del camarote de la capitana con sus armas. Se mantenía al margen de la situación por el momento, a pesar de que le hervía la sangre con solo pensar en como querían lastimar a tan buenas personas por un estúpido tesoro.

Antes no le habría importado, pero no era la misma de antes. Y repetía esas palabras en su cabeza como un disco rayado.

– Se están tomando todo el día. – Silver apartó a sus secuaces con fastidio e hizo un cañón con su mano mecánica. Leah sostuvo su arma entre sus manos lista para lo que se viniera.

La puerta explotó y Silver entró con furia, la azabache entró justo después de él para comprobar que habían escapado por un agujero que hicieron en el suelo y disimuló como pudo el alivio que sintió.

– Detenlos. – Le ordenó a uno de sus secuaces y lo tiró por el agujero, algunos lo siguieron mientras que Silver le indicó a la chica que lo siguiera.

Dieron la vuelta y corrieron hasta la parte inferior del barco, justo en el lugar donde tenían los botes. La escotilla estaba abierta y los piratas disparaban sus armas casi sin control esperando golpear a alguien.

Silver bajó una palanca y logró cerrar la escotilla, atrasando al grupo contrario de su escape.

– ¡Morph, aquí! ¡Morph! – Leah se giró cuando escuchó los gritos de Jim. La criaturita creía que aún estaban jugando y revoloteaba alrededor del castaño escapando de él.

El problema estuvo cuando Leah notó que Morph tenía el mapa del tesoro y vió que Silver también lo había notado.

– ¡Morph! ¡Morphy, ven aquí! – El cyborg llamó su atención con un silbido y en un momento la criaturita se vió en medio de la situación, con Jim y Silver a cada lado queriendo quitarle el mapa.

Ante la confusión sobre qué lado escoger, Morph se escondió entre unas cuerdas junto con el mapa. Silver trató de correr para atraparlo pero su pierna mecánica, aún lastimada por el ataque del castaño hace un rato, se lo impidió. Jim logró tomar el mapa y miró una última vez al cyborg antes de irse corriendo.

Silver apuntó su arma hacia el chico y aquello alarmó a la azabache, que corrió persiguiendo a Jim.

– ¡Yo lo detengo! – Avisó Leah pasando junto a Silver. El hombre seguía apuntando al chico pero se rindió enseguida.

– ¡Leah, vamos! – Jim le extendió la mano a la chica y ella lo miró dudosa – ¡No hay tiempo, hay que irnos!

– ¡La escotilla está por cerrarse! ¡Suban ya! – Leah miró brevemente a la capitana y luego volvió a Jim, que la miraba impaciente.

– ¡Corre! – El castaño estuvo a punto de tomar el brazo de la chica pero ella fue rápida para apartarse. – ¡¿Qué te sucede?!

– Lo siento, Jim – Leah apuntó con su arma a la cabeza del chico, incrédulo ante las palabras de la azabache. – Tienes que irte.

– ¡Debemos irnos ya! – Volvió a avisar la capitana. Leah gruñó con fastidio y se acercó un paso al castaño, haciéndolo retroceder.

– ¡Vete antes de que te vuele los sesos, cabeza de nuez! – Gritó, y sintió su corazón latir en cámara lenta cuando el castaño le dió una mirada decepcionada antes de saltar.

– ¡Ahora! – Con la señal, la Capitana y el Dr. Doppler dispararon a las cuerdas que sostenían el bote y este cayó, tropezó con la escotilla que estuvo a punto de cerrarse y le dió tiempo a Jim de saltar dentro.

Leah vió con alivio como el bote se iba y se giró, viendo que Silver la miraba con tristeza, sin atreverse a regañarla por no haberle quitado el mapa.

ᴍʏ ᴏɴᴇ ᴀɴᴅ ᴏɴʟʏ - ᴊɪᴍ ʜᴀᴡᴋɪɴsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora