𝐭𝐞𝐧

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Leah estaba harta de dar vueltas por todo el planeta, sentada en un incómodo bote y rodeada de gente que no dejaba de quejarse y mirarla con mala cara. A esas alturas la azabache estaba bastante segura de que todos sabían que sentía algo por el chico, y poco le importaba que lo supieran, así al menos sabrían que si se atrevían a lastimarlo se las tendrían que ver con ella.

Y no tenía miedo de desgarrar algunos tendones.

Ante las quejas de su equipo, Silver decidió dejar el bote y cubrir más terreno a pie, no tanto para estirar las piernas sino para hallar más rápidamente el escondite de los que habían robado su tesoro, o más bien su mapa.

Aquel planeta tenía una estructura extraña, según la Meryn. Estaba segura de que estaba abandonado pero había mucha vegetación y algunos indicios de que alguna vez estuvo habitado, hace más tiempo del que podría imaginar.

Caminaron un buen rato por el bosque hasta que encontraron un claro y caminaron otro rato. Leah se había arrepentido de dejar el bote y estaba cansada de la caminata, pero debía encontrar a Jim antes que el resto y advertirle que le harían daño si no entregaba el mapa.

Y para entonces ¿Qué era más importante? ¿Una vida o el tesoro de mil mundos?

Leah ya no sabía qué pensar.

Silver la miraba con tristeza mientras caminaba apartada del grupo, con una expresión que podría arrancar cabezas. No tenía ni una sola duda en que la chica se preocupaba mucho por Jim, al igual que lo hacía él, aunque no quisiese admitirlo.

No tardaron demasiado cuando un ruido, o mejor dicho un grito, llamó su atención.

– ¡Mira! ¡Hay más amigos tuyos! – Gritó una voz desconocida, pero fue suficiente para alertar a los piratas y que sacaran sus armas inmediatamente. El grito había venido de una estructura antigua sobre un montón de hongos gigantes y había un robot llamando al grupo desde dentro. – ¡Chicos! ¡Estamos aquí!

Los piratas apuntaron sus armas al robot y Leah no fue la excepción, después de todo no conocía a la máquina. Dejó de apuntar cuando el robot fue arrastrado hacia dentro de la edificación y la azabache comprendió que Jim y su grupo se encontraban ahí.

Leah se puso a cubierta cuando su grupo comenzó un tiroteo y pudo ver mejor al castaño lanzando disparos para defenderse. La azabache empezó a disparar con su arma a cualquier punto en la edificación que no fuese el centro, tratando de no lastimar a nadie.

– ¡Dejen de malgastar fuego! – Reclamó Silver llegando junto a ellos luego de haberse adelantado y el grupo dejó de disparar. El tiroteo se detuvo y el cyborg caminó en dirección a la singular casa en medio de la nada. – ¡Hola, ahí arriba!

Leah caminó detrás de Silver pero manteniendo cierta distancia, recibiendo malas miradas del resto del grupo. El cyborg improvisó una bandera de retirada con un trozo de tela blanca y un palo que encontró en el camino y con ella llamó la atención del castaño.

La de cuernos sabía que era una trampa, una mala jugada para que Jim le diera el mapa y Leah ya no sabía qué era lo que quería, ya estaba aburrida de toda la situación del tesoro y solo quería estar bien con Jim e irse a dormir en donde fuera.

– Si no le importa a la Capitana, quisiera hablar un momento contigo. – Le dijo el Cyborg desde la distancia, subiéndose al hongo con en el que se estaban cubriendo para dejarse ver por el castaño. – Nada de trucos, solo unas breves palabras.

Luego de un rato en el que la azabache pensó que estaban negociando las posibilidades, Jim salió de su escondite y caminó un par de pasos hasta quedar junto a Silver. Leah tuvo un extraño sentimiento cuando vió a Jim nuevamente a pocos metros de ella, un sentimiento entre alivio y dolor. Estaba feliz de verlo pero sabía y estaba segura de que el chico la odiaba por lo que había hecho en el Legacy.

ᴍʏ ᴏɴᴇ ᴀɴᴅ ᴏɴʟʏ - ᴊɪᴍ ʜᴀᴡᴋɪɴsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora