08- Sueños suicidas.

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꧁ঔৣ☬✞ 8✞☬ঔৣ꧂

—¿Dónde estabas?

Se acercó aún más y agarró mi cuello con fuerza, lo miré mal mientras agarraba su mano, él me estaba lastimando en serio.

—Sé que no estabas con Viper, estoy siendo blando contigo dejando que hagas lo que quieras. No soy estúpido y tú estás abusando de mi confianza.

—Suéltame— pedí, pero apretó con más fuerza mi cuello hasta dejarme sin poder respirar bien.

—Escúchame bien, Danya, tú eres completamente mía, no hice toda esta mierda como para que intentes otras cosas. Vuelves a intentar alguna estupidez, y por más mínima que te parezca, la vas a pagar caro.

Solo pude sentir odio hacía él, él no era nadie, solo un pedazo de mierda.

—Y no me mires así, lo único que provocas es que quiera sacarte los ojos— añadió soltándome bruscamente.

—Yo no quería estar aquí, no te pedí nada, no quería involucrarme en problemas...

—¿Querías estar en tu patética vida con sueños suicidas?, por favor.

Apreté la mandíbula guardando para mí todos y cada uno de los insultos habidos y por a ver qué quería soltar. Caminé hacia la escalera empezando a subirla.

—No vuelvas a salir— me advirtió.

Terminé de subir las escaleras y me encerré en el baño, tenía ganas de romper todo, pero solo me contuve restregando mi cara con el agua del lavamanos.

«★꧁༒☨༒꧂★»

Estaba en los escalones como ya se volvía costumbre, Viper había llegado hacía minutos y había ido directo hacia dónde estaba Biel. De David no supe nada sino hasta que entró con una funda de plástico negra en las manos.

Nada más verme se acercó sentándose a mi lado, lo estaba mirando medio mal cuando el mocoso dejó su funda en mis piernas.

—Es para ti.

—Ah— susurré mirándolo.

Su cabello negro rizado cubría parte de sus ojos y su herida, pero el desgraciado parecía muy tétrico bajo la sombra de su cabello. Era bastante ratito y más con esa ropa de manga larga holgada que llevaba.

—¿Recuerdas que hablamos de conejos? Te dije que te traería carne, esa es.

—Gracias, supongo.

El muchacho sonrió.

—Cómela y dime cómo está.

Saqué la cantina con la carne pendiente a cualquier cosa que hiciera que me pareciera sospechosa. Ese niño tenía cara de que planeaba un genocidio en silencio.

La carne estaba empalada en palillos de madera y organizada minuciosamente, como si él se hubiera tomado todo el tiempo del mundo para eso. Lo miré de reojo antes de tomar un palillo y darle un mordisco.

—Espero que esté buena, no la probé ni nada, si te mueres no es personal.

Escupí la carne de golpe y él se rio.

—Mira, niño... — Fruncí el ceño cuando trague saliva inconscientemente.

Saboreé el sabor de la carne en mi boca con extrañes, eso no sabía para nada mal, estaba muy bueno. Continúe comiendo ya sin decirle nada, no quería que fuera a quitármela.

—Ya vengo— murmuré antes de correr hacia la cocina.

Tras beber hasta no poder más volví con David a terminar de comer lo que me faltaba.

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