14- La delgada línea de la razón.

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Estaba en la maldita línea entre golpear a Biel una vez más y la razón. De por sí ya estaba nerviosa, lo que conllevaba a estresada, pero el simple hecho de la mención de mi madre me enfureció demasiado. Esa vieja no debía ser mencionada.

Y ese maldito Biel me tenía harta, ya no me importaba que me torturara, era obvio que no lo volvería a hacer.
Los susurros en mis oídos me ensordecían, ya no sabía qué hacer, estaba estresada y eso se había sentido como una liberación.

—Siempre te tuve— fue lo que dijo, estábamos cerca y él sonreía.

Solo quería estrangularlo hasta la muerte, estaba haciendo un esfuerzo bastante grande para controlarme, mis dedos dolían y mi mandíbula igual de tanto que la apretaba.

Sus malditos juegos sin sentido se acabarían tarde o temprano, ni él ni nadie iba a doblegarme. Primero moriría antes que eso. Me alejé bruscamente, si continuaba mirando su maldita sonrisa lo iba a volver a golpear.

—Y deja de ser tan patético— dije con desprecio, mirándolo por encima de mi nariz, como un simple insecto, porque eso era.

El hecho de que su sonrisa se agrandara me causó repulsión, el me veía como si viera un dios, era demasiado patético. Era alguien inteligente, pero a la vez estúpido.

Estúpido.

Estúpido.

Matemoslo.

Di varios pasos atrás, agarrando mi rostro con fuerza, no lo soportaba más, susurros de diferentes voces estaban volviéndome loca. No entendía bien lo que decían, pero me molestaba.

—¿Qué te sucede?— escuché su voz por encima de todos los susurros.

Suspiré, cuando él hablaba los susurros se disipaban, aunque fuesen por unos segundos, se sentía bien... casi como volar en el cielo luego de nadar en el infierno.

—¿Harías cualquier cosa por mí?— pregunté, conocía su respuesta, ya que estábamos destinados a morir lo usaría. Porque de alguna forma íbamos a morir, o yo moriría por sus manos él lo haría por las mías.

—Soy el villano en tu historia —sonrió ladino—. Yo haría cualquier cosa por ti, aunque no lo creas.

Era tan estúpido, llamándome de diferentes formas, que solo me causaban vergüenza ajena. Al menos ya sabía lo obvio, ese mataba y moría por mí. Sonreí para mis adentros.

Pasé por su lado para ir escaleras arriba, David miraba todo anonadado, se hizo a un lado dejándome pasar, Erika estaba dormida en la cama. Hice el mayor esfuerzo para acostarme sin moverme mucho en la cama para no despertarla. Me alejé de ella para dormir tranquila.

Tardé unos segundos en dormirme por completo, pues aún estaba molesta, ¿cómo se atrevía mencionar a mi madre? ¿Cómo sabía tanto?

Me quedé dormida intentando descifrar el caso con respecto a mi madre.

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MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora