MADNESS

11- Haré lo que pidas.

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Abrí los ojos lentamente, no podía ver bien, todo era borroso, por más que abrí y cerré mis ojos seguía viendo igual, de cerca veía bien, pero si intentaba ver más allá mis ojos dolían.

Estaba intentando llevar mis manos hacia mi cabeza, pero estas estaban retenidas en una silla. Me sentía fatal y mi voz no salía, había un fuerte olor a quemado y estaba segura de que provenía de mí.

—¿Qué harías sin mí, Dana?— preguntó de manera espeluznante Biel, delante de mí.

Tenía unos lentes transparentes, y un alicate en las manos, no quería ni imaginar qué era lo que haría con el. Él se acomodó en una silla delante de mí.

—Si tan solo fueras como ella, dándome toda tu maldita atención.

No podía pensar muy bien, sentía que estaba en otro lado, sabiendo muy bien donde estaba, me sentía liviana. Fuera de mi cuerpo.

Sentí como algo era arrancado de mis dedos, un grito grutural salió de mi garganta arrasando con todo a su paso, ya no tenía lágrimas para derramar, solo podía gritar.

Sentí como cada una de mis uñas era arrancada sin piedad, las de ambas manos, no tenía fuerzas para gritar. Mis manos estaban entumecidas, ya no podía sentir los dedos.

No tenía fuerzas ni para mantener los ojos abiertos.

—No quería hacerte daño, de verdad que no— lo oí murmurar y aunque intenté mantenerme despierta no lo logré.

«★꧁༒☨༒꧂★»

Había despertado con dificultad, aun seguía viendo borroso. Estaba acostada en una cama desnuda y el olor a quemado había desaparecido trayendo un olor a jabón.

Miré mis manos confundida, estaban vendadas hasta mis muñecas nuevamente, no dolían, pero de la punta de algunos dedos se podía notar manchas de sangre.

—No dormiste mucho— dijo con una voz ronca, tenía un vaso de alcohol en su mano izquierda junto a un cigarro.

Tenía la mente ida, intentaba recordar todo, mantuve mi vista pérdida en un punto de la habitación, hasta que mis recuerdos fueron claros. Era una gran estúpida, desde un principio debí saber que yo no podía con Biel.

Deseaba vivir, ese estúpido sueño de morir ya no estaba, porque tenía algo que me impulsaba a vivir y era matar a Biel. Lo odiaba tanto que mis recientes ganas de vivir iban totalmente enfocadas a verlo morir.

Lo miré, seguía bebiendo de su vaso tranquilo, también mirándome. Sabía perfectamente que lo único que tenía que hacer era actuar justamente como él quería, pero también sabía que el juego no me iba a durar mucho. No tenía paciencia, y Biel la desgastaba.

Solté un suspiro, decidida y me levanté de la cama sintiéndome mareada, perdiendo el control de mis piernas y cayendo sobre él. Esto hizo que algo del alcohol que tenía cayera sobre nosotros.

No quería volver a pasar por todo eso, así que me aferré a él, en lo que pensaba en algo. Me aferré a él sin importarme mi desnudez.