18- Recuerdos.

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Danya, 5 años

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Danya, 5 años.

Estábamos jugando en la sala de la casa. Mamá estaba en la cocina, tal vez preparando comida para ella.

—¡Y entonces el avión explotó y todos hicieron así!— dijo Tam tumbandose en el suelo y muriéndose con la lengua afuera.

Kae se acercó a ver si estaba despierto y este se levantó asustandolo, me reí de ellos mientras Yena también lo hacía.

—¡Quiero jugar, quiero jugar!— gritó Yena a mi lado.

Mamá entró a la sala muy linda y bien vestida, a Yena le brillaron los ojos al verla.

—Mami, mami, mami, ¿Podemos jugar? ¿Vamos a salir?— preguntó ella intentando acercarse, pero Tam la cargo para impedirlo.

—Voy con mami, nito, déjame.

Yena intentó zafarse de su agarré hasta que vió la mirada de nuestra mamá y se detuvo mirándola con miedo.

—Cállate, hablas demasiado, las personas no hablan tanto— le dijo, no era la primera vez que lo hacía.

Nos miró a todos y recogiendo su bolso, salió de la casa dejándonos solos.

Yena comenzó a llorar mientras Kae me abrazaba con el tren que me había regalado ese niño en sus manos.

—¿Mami no me quiere?

—No es eso, Yena, es que está enferma.

—¿Enferma?

—Si, ya verás que cuando mejore te tratará mejor.

—Mamá nunca mejora —murmuré yo—. Siempre grita y arroja cosas, te golpea y la defiendes. Hizo que se llevarán a papá lejos.

—Danya...

—Se llevaron a papá por ella, ¿No?  Esos hombres, ella les dijo que él la golpeaba cuando era mentira, por eso se lo llevaron lejos.

—Te dije, solo está enferma, ella no era así— dijo dejando a Yena a su lado.

—¿Entonces es por nosotros? ¿Es porque nacimos que se puso así?— pregunté, algunas veces él decía que cuando nosotros no habíamos nacido las cosas no eran así.

—No es eso.

—¿Entonces qué es?— pregunto está vez Kae.

Tam nos miró y soltó aire por la boca fuertemente. Se levantó y sonrió.

—¿No tienen hambre? Vamos a comer algo— dijo perdiéndose en la cocina siempre hacía eso.

Kae, Yena y yo volvimos a jugar, Yena estaba en silencio. No hablaba luego de ser regañada por mamá, algunas veces duraba días sin hablar.

Luego de unos minutos Tam volvió a la sala con una bandeja con panes y jamón. Kae refunfuño al notarlo y yo solo lo ignoré, tenía hambre y no me importaba.

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