09- Aesteban Laurent.

106 20 58
                                    

꧁ঔৣ☬✞ 9✞☬ঔৣ꧂

El video era brutal y muy descriptivo. Había empezado por cortarle los dedos de los pies lentamente regocijándose con los gritos de Mariel.

Sus dedos fueron cortados en unos eternos minutos, había un completo charco de sangre, la tez morena de Mariel era pálida. Al lado de ellos había una mesa con una serie de instrumentos terroríficos, tomó lo que parecía ser un alicate y lo acercó a la mano de Mariel que estaba atada a la silla.

—Por favor... no me hagas esto...— rogaba Mariel con la poca voz que tenía.

—Tú te me insinuaste, dijiste que te hiciera cosas sucias, eso hago —respondió él, sorprendiéndome—. Querías que te mostrara el cielo y eso haré, voy a mostrarte el cielo... Obvio que a mi manera.

Agarró su dedo pulgar y de una manera dolorosamente lenta le fue arrancando la uña. Su rostro estaba completamente cubierto, pero no había duda de que lo estaba disfrutando mucho.

No pude cerrar los ojos por mucho tiempo, porque una descarga eléctrica cada vez más fuerte que la anterior me recordaba que no debía hacerlo.

—Por favor, no hace nada malo...

Él se detuvo.

—Si lo hiciste, te me insinuaste, ¿no ves donde está el problema aún?— se levantó molesto, tomando un machete, sin pensarlo corto uno de sus brazos.

Así siguió hasta que ya no quedaron más extremidades por cortar y Mariel dejó de moverse. El video paro al fin. Mis lágrimas en ningún momento dejaron de salir y mis ojos ardían y dolían, veía algo borroso, pero no lo suficiente como para no ver nada.

Otro video comenzó...

No sabía cuanto tiempo había pasado, mis párpados pesaban y se cerraban involuntariamente. Las descargas eran tan constantes, que mi cuerpo se había medio-acostumbrado a estas, mis sienes y cabeza dolían mucho.

Me costaba mucho mantener los ojos abiertos, estos estaban secos y mi rostro pegajoso, pestañear me costaba mucho. Los videos se habían vuelto más brutales, había videos de todo tipo de personas. Era terrible, quería que terminase.

Estaba alucinando cosas, veía los fantasmas de las víctimas mirarme enojadas, me reí sola. Solamente era mi mente creando cosas... solo era eso.

No son reales, no lo son. Era lo que pensaba en ese momento.

Volví a reírme, no sabía por qué lo hacía, no sabía qué sucedía en mi cabeza. Todo daba vueltas, todo era un caos. Entonces él entró a la habitación, traía una especie de bandeja, no podía verlo bien.

—Debes de tener hambre, ven— quitó la mordaza que ya estaba floja de mi boca, la con lo que parecía ser una amable sonrisa.

Abrí la boca comiendo lo que fuese que me había dado, ahí entendí el error. Era carne humana, no había dudas. La escupí al percatarme. Tenía mucha hambre, pero si ese era el platillo prefería morir.

—Si no quieres comer no lo hagas, ya sucumbirás, por ahora bebe agua.

Fruncí el ceño bebiendo desesperadamente del agua que me ofrecía, no pare hasta que esta se terminó y este me dio de beber de otra botella. Luego de eso se marchó en completo silencio. Me tuve que obligar a no cerrar los ojos sintiendo su mirada desde alguna parte.

—¿Qué te generan este tipo de videos?— preguntó, su voz provenía de todos lados mareándome.

—Repulsión, asco— murmuré, me costaba modular la voz.

—¿No quieres matar a alguien? ¿No te genera satisfacción? Como la vez que mataste a ese chico...

—¿Crees que las cosas suceden así? — cuestioné con burla, me había encantado esa vez, pero nunca más lo volvería hacer.

Solo me daban asco esos videos de muertes brutales e injustificadas. Me daban asco, aunque algo dentro de mí no estaba bien, algo aunque sea muy pequeño, estaba disfrutando los videos.

—Supongo que esto no está funcionado— se escuchó en un tono bajo, como si hubiese estado divagando en sus pensamientos.

Su voz no se volvió a escuchar y cuando quise cerrar los ojos por más de un minuto una fuerte corriente eléctrica me despertó. Los videos seguían, parecían no tener fin, uno tras otro se reproducían. Ya no solo eran de muertes, sino de personas comiendo carne humana cruda.

No lo soporte más, mi visión se volvió negra.

Estaba despertando poco a poco, todo mi cuerpo vibraba y temblaba como si fuera un calambre corporal. Abrí los ojos sin ver bien. Ya no estaba en la misma habitación, esa era más oscura y simple.

No podía mover bien mis extremidades, con cada movimiento todo mi cuerpo temblaba. No sabía donde estaba, pero mi movimiento era bastante limitado. Parecía que estaba en una especie de cuadrado oscuro y pequeño.

Empecé asentir desesperación, era muy pequeño, no podía estirar mis pies, solamente sentarme con los pies en la pared. Estaba aterrada.

—Ayu-ayuda— susurré aterrada.

Nadie respondió, ni siquiera cuando grite desesperada hasta que mis cuerdas bucales dolieron. Nadie respondió, nadie hablo, nadie dijo nada, estaba completamente sola. En una caja oscura y pequeña.

—¡Por favor Biel, sácame de aquí!— grité con todas mis fuerzas, sin importarme el dolor de mi garganta.

Por mi garganta subió un doloroso nudo que termino en yo escupiendo sangre y con un dolor de garganta fatal. No tenía más lágrimas que derramar, ni voz con la que hablar.

Solo tenía terror en mi interior, quería salir de allí, la desesperación me estaba destruyendo. Las horas pasaban y aunque mi dolor de garganta había disminuido un poco mi desesperación no hacía más que ir en ascenso.

Unos pasos se escucharon, una puertilla en el suelo se abrió y una botella de agua fue arrojada, así como un plato, cuando intente acercarme se cerró y no pude volver a abrirla.

Miré la comida, era arroz con una carne que ya me imaginaba de que era. Tomé un trago del agua sintiendo mi garganta doler, realmente dolía y mucho, aun así seguí obligándome a beber hasta que no aguante el dolor y me detuve.

No podía moverme, no podía hacer nada y no iba a tocar esa comida por más hambre que tuviese. Me preguntaba cada dos segundos que era lo que realmente había hecho para merecer eso.

¿Por qué él era así conmigo? Hubiese sido mejor que me matara en lugar de hacerme pasar por todo eso.

Empecé a comerme las uñas mientras miraba el plato de comida, no debía comerla, no debía hacerlo. Debía mantenerme firme, mi estómago no mandaba. No la iba a comer, no podía.

Volví a llorar involuntariamente, algo dentro de mi garganta se había encogido dolorosamente. No entendía por qué estaba pasando por eso, yo no debía de estar en esa situación.

 No entendía por qué estaba pasando por eso, yo no debía de estar en esa situación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora