Hola

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- ¿Qué hacemos aquí Val? Preguntó Juliana con entusiasmo mientras Valentina no podía parar de dar esos pequeños gritos que daba cuando estaba emocionada. Amaba eso de ella, aun cuando a veces la cantidad de energía que tenía la abrumaba, amaba como la llevaba al límite de su propia energía.

- A ver ¿me prometes que no te enojas?
- ¿Contigo? Aunque quisiera. Su cuerpo se pegó junto al de la castaña como si fuera un iman y beso sus labios, un suave y ligero toque. Valentina se separó del beso porque al parecer no podía dejar la emoción que tenía.
- Hable con Lupe. Dijo conteniendo una risilla.
Juliana solo levantó las cejas esperando que terminara de explicar la razón por la que había hablado de con su mamá.

- Le pedí permiso para que vivamos juntas. Ya! Lo dije. Comenzó a dar brinquitos de felicidad que pararon cuando vio el rostro de Juliana, al parecer no le había hecho tan feliz como a ella.

- ¿Qué pasa Juls? Tomó la mano de su novia, y su energía comenzó a bajar.

- No nada, es que me habría gustado hablar de eso con ella, las dos juntas. Dijo seria pero intentando sonar lo más tranquila y relajada posible. No quería que una simple pelea o un mal entendido dañaran la buena intención de su novia.

- Perdón, es que, amor, tienes 20 años, yo soy cuatro años mayor. Se me hizo apropiado hablar con tu mamá, perdón, pensé que era romántico. Hizo un puchero, sabía que Juliana no podía resistir esos pucheros.

Juliana tomó a Valentina de las mejillas y comenzó a darle pequeños besos en toda la cara. La energía de Valentina se recargó con ese simple gesto y comenzó a dar esos pequeños grititos de nuevo.

- Te amo Juliana, mucho. Mucho mucho mucho. Ahora Valentina comenzó a besar todo el rostro de la morena.

- Por poco me olvidó Juls, ven, dame tu mano.
Ingreso un código en la chapa de la puerta frente la que estaban paradas y un hermoso departamento quedó expuesto ante ellas.

- Es nuestro bebé.

Y ahora era Juliana quien estaba parada frente a esa misma puerta años después del inicio de la etapa más feliz de su vida.

Tocó el timbre, una, dos, tres veces. Su mamá tenía razón debió llamarla antes.
Pensó ingresar el mismo código que tenía antes 15.04.17 la fecha en que se habían conocido en el parque, seguía sin entender cómo es que Valentina se grabó esa fecha. Pero no quiso ingresar el código y meterse a una casa que no era más de ella, pero sobre todo no quería descubrir si Valentina había cambiado ese código...esa fecha.

Repleta de recuerdos, melancolía y decepción por no encontrar al amor de su vida dentro, tomó el ascensor, salió por el lobby y subió a la camioneta de Panchito.

Cuando estuvo a punto de arrancar, miro una vez más hacia el último piso. Ahí atravesando esa terraza pasó cientos de tardes con Valentina e incluso hizo el amor ahí mismo, sin importar si alguien las veía desde el edificio vecino o desde la calle. Una lágrima rodó por su mejilla al invadirla tantos recuerdos.

No lo pensó dos veces, si se hubiera dado un segundo para meditar los pros y contras de lo que iba a hacer, si hubiera actuado con cautela y mesura como siempre, seguramente habría arrancado de una.

Hola.
Un simple hola escribió en un mensaje directo en Instagram. Cómo algo tan frío y superficial podría ocasionar tanto.

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