I see him(her) on you (Santiago x Sarita)

XXIV: Esto se terminó

Sara logró calmarse luego de un rato, y a pesar del mal rato, ella y Santiago cenaron junto a Andrés, que intentó hacer que la pareja de su madre pasara un buen rato a pesar del problema que había surgido con Gaby.

-¿Estas segura de que estas bien? –Preguntó Santiago mientras él y Sara caminaban hacia su auto-

-Sí, segura –Mintió ella-

Ambos se detuvieron frente al vehículo de él, y Santiago tomó la cara de Sarita entre sus manos

-Tranquila, mi amor, todo va a estar bien

-No te preocupes, estoy bien –volvió a mentirle-

Santiago unió sus labios con los de Sarita en un beso lento y suave

-Te amo –Dijo el al separarse mientras subía a su auto-

-Te amo –respondió ella con una sonrisa-

Santiago salió de la hacienda y Sara se cruzó de brazos y suspiró mientras lo veía alejarse.

En vez de volver a la casa, Sara se dirigió a las caballerizas, los empleados por supuesto ya se habían retirado a descansar, pero Sara necesitaba despejarse, así que preparó a Sexto y salió a dar un paseo con su mejor amigo.

No fue muy lejos, ni tampoco muy rápido, iban a paso lento, Sara solo necesitaba pensar, y para ella la mejor forma de conseguirlo era montando a caballo.

Sara sabía que tenía que tomar una decisión difícil, y que tenía que tomarla rápido, porque a pesar de que se debatiera, en el fondo de su corazón ya sabía la respuesta.

Una respuesta que no le gustaba, que le destrozaría el corazón a ella y a él, pero Sara sabía que no tenía otra opción.

Su deber de mamá siempre vendría primero.

Sara Elizondo tenía muy en claro que debía terminar su relación con Santiago Ucrós.

Una relación que tal vez nunca debió haber comenzado, porque Sara era consiente desde un principio que aquel secreto la atormentaría siempre.

Ella y Santiago jamás podrían ser felices porque ella jamás se atrevería a revelarle la verdad.

Sara intentaba encontrar una razón para no terminar con Santiago, algo que le indicara que se estaba equivocando, algo dentro suyo que le gritara que no estaba todo perdido.

Y si, había alguien que le gritaba: su corazón.

Pero eso no era suficiente para ella en este momento, porque a pesar de que su corazón gritase Santiago, su cabeza gritaba Gaby.

Luego de unos treinta minutos, Sara regresó a Sexto a su establo, y luego de acariciar al animal por unos minutos, regresó a la casa, donde Andrés la esperaba en la sala.

-Mamá –la llamó el- tenemos que hablar

-Andrés, si es sobre tu hermana, no hay nada de qué hablar

-Solo quiero asegurarme de que no vas a dejar que eso te afecte

-¿Cómo quieres que no me afecte, Andrés? Gaby es mi hija.

-Sí, una hija inmadura, mamá, Gaby entrará en razón tarde o temprano, por favor, no permitas que esto arruine tu relación

-Ve a dormir, Andrés

Sara subió rápidamente las escaleras, intentando escapar de su hijo.

Andrés solo quería su felicidad, Sara lo sabía, pero ella no podía ser feliz si uno de sus hijos la odiaba.