XXVI: Las fotos

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Sara cerró los ojos en cuanto lo vio.

-Por favor, Santi, vete

-No me iré de aquí hasta que no hablemos

-No quiero hablar contigo.

Santiago suspiró y se arrodilló frente a Sarita, tomando las manos de ella entre las suyas

-Mi amor...

-Ya no somos nada, Santiago, basta, deja de llamarme así

-Yo no seré nada para ti, porque tú para mí, eres mi todo –le aseguró-

Sara sentía las lágrimas amenazando con escapar de sus mejillas

-Tú sabes lo que significas para mí, no lo hagas más difícil

Santiago tomó la cara de Sara entre sus manos, obligándola a mirarlo

-¿Sabes? Nada que me estés ocultando puede separarnos, nada es un impedimento para nosotros, Sara

-Eso lo dices porque no sabes

-Lo digo porque sé que nuestro amor es indestructible

-Si te lo digo, te iras, estoy segura

-Dime una cosa, si fuese al revés, ¿te gustaría que yo te lo dijese?

Sara lo pensó por un momento.

¿Cómo se sentiría ella si descubriese que Santiago tenía una ex esposa igual a ella?

No sabía la respuesta.

Y tampoco se molestó en buscarla, de cualquier forma, aquello era imposible.

-No lo sé –respondió ella-

-¿Y qué te parece si averiguamos mi reacción?

-No podría soportar que me odies, por eso no quiero decírtelo –admitió-

-Jamás podría odiarte, Sarita –río el-

Sarita lo miró a los ojos, aquellos ojos azules que tanto amaba, no se aguantó más, y tomó la cara de Santiago entre sus manos para besarlo.

Sara sabía que no tenía nada que perder.

Pero si Santiago no reaccionaba mal, podría ganar todo lo que necesitaba:

Podría ganarlo a él, para siempre.

-Voy a contarte –dijo segura de lo que estaba a punto de hacer- pero para eso tenemos que ir adentro

Sara tomó la mano de Santiago y con paso firme caminó hacia la casa.

Andrés estaba en la sala, calibrando su guitarra, cuando vio a su madre y Santiago entrar en la sala, no dijo nada, pero sonrió cuando vio a su madre guiarlo hacia las escaleras.

Sara abrió la puerta de su cuarto e invitó a Santiago a entrar, cerró la puerta tras ellos, y sintió sus piernas flaquear mientras lo guiaba hasta la cama.

Ambos sentados al borde de la cama, Sara no dejaba de jugar con sus dedos nerviosa.

-Tranquila, mi amor, puedes decirme cualquier cosa- intentó tranquilizarla el-

Sarita sonrió, y aceró su cara a la de Santiago para darle un beso.

Un beso, que quizá fuese el último.

Sara tomó aire, antes de pedirle a Santiago que cerrase los ojos.

Sara sentía que su corazón latía a mil palpitaciones por segundo, en este momento, podía ganar o perder a Santiago para siempre.

Estaba a punto de contarle la verdad, una verdad que creyó jamás contaría.

Sara tomó de uno de los cajones una foto de su familia. Franco, ella, Andrés y Gaby.

Volvió a tomar aire, y con las manos temblándole, colocó la foto en las manos de Santiago

-Puedes abrir los ojos –susurró

Santiago así lo hizo, y se sobresaltó al ver lo que tenía entre sus manos.

Los ojos de Sara ya estaban llenos de lágrimas, Santiago no entendía lo que pasaba

-El hombre de... de la foto, fue... fue mi esposo, Santi- susurró con la voz entrecortada – y tú, tu eres igual a el –señaló, como si no fuese algo obvio-

Santiago miraba aquella fotografía sin creer lo que veía.

Aquel hombre era su clon.

Podía decir que no era el mismo por la ropa y el peinado, pero por lo demás, Santiago no podía encontrar diferencias.

Aquel hombre de la foto que abrazaba a Sarita, era idéntico a él.

-En el primer segundo en que te vi, me recordaste a el –Habló Sarita-

Santiago la miró, Sara tenía lágrimas en los ojos y lo miraba temerosa.

-Al principio, me asuste con el parecido, era como verlo a él, como si nunca se hubiese ido –siguió- cuando hablaba contigo, sentía que hablaba con el...

Santiago abrió los ojos ante aquella confesión.

Él se sentía de la misma manera con Alicia...

No podía juzgar a Sara, porque el había actuado de la misma manera

-¿Me amaste? ¿A mí, a Santiago? –fue lo único que preguntó

-Por supuesto que si –Le aseguró ella rápidamente- en el momento en que nuestros labios se tocaron por primera vez, caí rendida a tus pies, yo te amo a ti, Santi.

Sara tomó las manos de Santiago entre las suyas.

Aquello estaba saliendo mil veces mejor de lo que Sara esperaba.

-Estoy completamente enamorada de ti, Santiago Ucrós. –Le aseguró mirándole a los ojos-

Santiago le creía.

Porque a él le sucedía lo mismo.

Entendía a la perfección el sentimiento.

Y no podía juzgarla, porque eso sería hipócrita, teniendo en cuenta sus propias acciones.

Y por eso mismo, él debía ser sincero de igual manera

-Y yo te amo a ti, Sara Elizondo, por eso mismo tengo algo que contarte, porque tú has sido sincera, y no podremos estar realmente juntos hasta que yo también lo sea

Santiago abrió su billetera y sacó de allí la foto de Alicia, la cual le tendió a Sara.

I see him(her) on you (Santiago x Sarita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora