XXVII: ¿Cómo era?

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Sara tomó aquella fotografía entre sus manos y no podía creer lo que veía.

Era ella, con una vestimenta completamente distinta, y otro color de cabello, pero era ella.

-Ella es Alicia, la mujer que amé, y que la vida me arrebató –le contó- cuando te vi por primera vez, la vi a ella, la vi en tu sonrisa, tu risa contagiosa, en esos hermosos ojos café, la vi en tu pasión por tu trabajo... son tan parecidas, pero a la vez completamente diferentes

Sara no sabía cómo sentirse.

Una parte de ella se sentía usada.

Pero la otra parte sabía que no tenía derecho de sentirse así.

Ella se había sentido de la misma manera, y a Sara para nada le gustaría que Santiago se sintiese usado.

Porque ella no lo había usado.

Y ella sabía, que Santiago tampoco a ella.

Ambos habían sido víctimas de una jugada del destino que los juntó.

Ninguno de los dos había buscado aquella situación.

La situación simplemente se les presentó.

-Sara, yo me enamoré de ti, de la mujer fuerte que fue capaz de sacar adelante un hogar sola, la mujer de campo, que ama los caballos y trabajar como cualquier peón, me enamore de Sara Elizondo, con sus virtudes y defectos.

Sarita lo miró a los ojos.

Ella sabía que él la amaba.

Ahora podía encontrar la respuesta a la pregunta de Santiago hace un rato.

Ella se sentía rara, pero liberada.

-Esto es muy raro –río ella-

-Dicen que todos tenemos un gemelo en el mundo, ¿no?

-¿Cómo te sientes tú? No sé cómo sentirme, si te soy sincera

-Si te soy sincero, tampoco lo sé, lo único que sé es que te amo, y no quiero que esto nos separe

-Seriamos unos tontos si dejásemos que esto nos separe, ¿verdad?

Santiago sonrió, y tomó la cara de Sara entre sus manos para besarla.

Aquel era el beso más sincero que se habían dado desde que se conocían.

Ahora, conocían la verdad del otro.

Aquellas verdades que tanto los asustaban, habían salido a la luz.

A partir de ahora, podían amarse sin culpa, sin pensar en que todo podría acabar en un abrir y cerrar de ojos.

Ya no existía el recuerdo de Alicia ni el de Franco entre ellos, ahora solo existían Sara y Santiago.

Ahora solo existían dos personas que podían amarse sin miedo de lastimar al otro, no había más secretos entre ambos.

Sara colocó su mano detrás de la cabeza de Santiago, atrayéndolo más hacia ella, intensificando aquel beso que sellaba las confesiones que acababan de hacer.

Santiago se subió encima de Sarita, recostándola en la cama.

Ella le acariciaba el pelo, mientras le devoraba la boca.

-Te amo –dijo Santiago cuando se separaron por falta de aire-

-Te amo –respondió ella con una sonrisa-

Media hora después, estaban ambos recostados en la cama de Sarita, el abrazándola por detrás

De pronto, Sara sintió la necesidad de conocer más sobre la tal Alicia.

-¿La amaste? –preguntó-

-¿A quién?

-A Alicia, ¿la amaste mucho?

Santiago suspiró y se sentó en la cama, Sara lo imitó

-La amé todo lo que se puede amar a una mujer en el poco tiempo que estuvimos juntos, me di cuenta demasiado tarde de lo mucho que la amaba, veinte años de conocernos, y cuando nuestras almas se alinearon, la vida decidió que debíamos separarnos.

-¿Cómo era ella?

Santiago sonrió al pensar en Alicia.

-Era la mujer más tierna del mundo, una soñadora de primera, una gran luchadora. Sufrió mucho a lo largo de su vida, pero ninguno de los muchos golpes que recibió fue suficiente para derribarla, el único que lo logro fue el cáncer, que la venció cuando estaba a punto de ganar la batalla.

-Cuéntame mas, por favor, quiero conocerla, bueno, solo si no te lastima hablar de ella

Santiago negó.

-Al contrario, hablar de ella me ayuda a recordarla con felicidad, en lugar de tristeza. Alicia era tan especial, le gustaba mucho el arte, tenía una galería, aquel negocio era su vida, no era solo su trabajo, era su mayor pasión, una pasión que siempre defendió con uñas y dientes.

Sarita sonrió al escuchar la manera tan bonita en la que Santiago hablaba de esa mujer.

-Era una amiga increíble, la mejor de todas, siempre estaba disponible para quien la necesitase, siempre estaba allí para darte un consejo, regañarte, o simplemente escucharte. Cometió un error que me lastimó muchísimo, pero sé que todo lo que hizo en su vida, fue con las mejores intenciones del mundo. Su mayor sueño era ser mamá, y jamás lo logró, lo cual es una lástima, porque era excelente con los niños

Sarita llevó una de sus manos a la mejilla de Santiago, y capturó una lágrima que bajaba solitariamente por allí.

-Y, ¿Cómo era tu esposo? –Quiso saber el-

-Era un personaje... bastante peculiar –río ella- Podía ser el tipo más pesado y fastidioso del planeta, pero también el más amoroso y atento. Cuando lo conocí, solo pensaba en matarlo, me sacaba continuamente de mis casillas, pero con el tiempo cambio, maduro, se convirtió en un hombre ejemplar... y ahí fue cuando me enamoré de él. Ambos estábamos en un momento de nuestras vidas donde no queríamos saber nada de amar, pero el destino nos juntó, y no tuvimos más alternativa que hacerle caso a nuestros corazones. Franco fue una de las mejores personas que he conocido, siempre dispuesto a ayudar a los demás, entregar su vida por la gente que quería. Recuerdo un día que me defendió de alguien que me estaba golpeando, no dudó ni dos segundos en correr a salvarme, creo que fue ese día que me enamoré completamente de él. Tuvimos muchísimas piedras en el camino, pero desde el momento en que decidimos darnos una oportunidad, nunca más nos separamos, cuando nos casamos, me di cuenta que no podría haber elegido un mejor compañero de vida, ni un mejor padre para mis hijos, fue un marido y padre ejemplar en todos los sentidos.

-Eso explica porque tu hija lo extraña tanto...

-Ellos dos eran, tan unidos –dijo Sara cerrando los ojos por un momento- tan iguales, tan cómplices... Gaby era la niña de sus ojos, a pesar de que amó a nuestros hijos por igual, sé que para él fue un sueño cumplido tener una niña.

-Sara, sabes que para mí no es ningún problema amarnos a escondidas de tu hija

-No –negó inmediatamente ella- voy a hablar con ella y dejarle en claro que tiene que aceptarte

I see him(her) on you (Santiago x Sarita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora