GANÓ LA MENTE AL CORAZÓN PERO NOS RECORDAMOS.
Era lunes, o eso le había dicho el doctor que estaba a cargo de él, a veces le hablaba y eso le hacía sentirse mejor, disminuían las posibilidades de volverse loco al estar abandonado con su mente, que siempre fue su mayor enemiga.
Los días se le hacían eternos, no entendía porqué no despertaba de una buena vez si ya oía perfectamente, pero tampoco tenía la capacidad de mover el cuerpo ni hablar, gritaba en silencio, rogaba para alguien que no podía escucharlo.
La única que lo visitaba era Michelle Evanz, a ella no le debía nada y temía cada vez que la escuchaba preguntar en qué momento tendría que desconectarlo, aunque lo dijese con la voz desanimada no ayudaba a su intranquilidad.
Entonces el doctor le decía que tuviera paciencia, que Volkov era fuerte y saldría de esa.
Pero Volkov ni siquiera sabía qué quería, ¿volver a vivir, morir ya? Ninguna de las opciones llamaba suficientemente su atención, así que se sumía de nuevo en sus memorias tortuorias.
Hasta que apareció en uno de sus recuerdos Horacio, a él tampoco tenía nada que decirle ni esperaba una disculpa. Pero pensar en ese agente bizarro no era tan malo, exceptúando el disparo a su pierna para inmovilizarlo. El chico era de pocas luces, en su mente las malas ideas solían ser espléndidas.
Evocó sus emociones cuando vio a Horacio levantar el arma contra él, su aliado, su compañero. Sentirse traicionado es decir poco, también había decepción, arrepentimiento, luego pensó que posiblemente era otra de sus declaraciones de amor igual de extrovertidas que las otras: como mudarse a su mismo edificio para esperar hallarlo en el elevador, o cuando bebió en su departamento y lo llamó ángel.
Así pasó el martes también, con cada escenario pululando en su cabeza, era lo último que podía hacer aquella mente laberíntica.
Entonces escuchó al doctor:
—Buen día, Viktor —No le gustaba la idea de que lo llamaran por su nombre como si tuviera confianza con él, pero llegados a este punto consideraba que el doctor era su colega—. Hoy es miércoles, hace frío; probablemente llueva, aunque es de mañana, esperemos que más tarde salga el sol.
Y volvió a sumirse en el silencio. A veces escuchaba a los pájaros, voces fuera de su habitación o cuando cambiaban el suero, sin embargo eran ruidos aburridos para él.
Aquel miércoles no prometía ser distinto y más tarde el diluvio se presentó con las gotas golpeado ligeramente su ventana. Se permitió relajarse y finalmente dormir.
—Hola, Viktor, es más de medio día —decía de nuevo el doctor—, han transcurrido cuatro meses desde que llegaste, tómalo con calma, pronto despertarás.
Y entonces se frustraba por no poder irse de ahí, quería simplemente abrir los ojos y olvidarse de que alguna vez pisó el hospital. Después de esto se iría a Rusia y jamás volverían a verle la cara.
Sonaba como un buen plan y el estilo de vida que quería. Él se creía del tipo solitario, de los que ya tienen suficiente de la vida y solo les queda esperar la muerte.
Sin embargo ahí estaba de nuevo ese pensamiento intrusivo entre toda la oscuridad, un diminuto punto blanco que le recordaba lo que era estar con vida: sentir miedo, vergüenza, celos, nervios, y había algo más, algo que sentía muy escazas veces. Entonces se obligaba a pensar en otra cosa, detestaba sentirse confundido consigo mismo, al diablo los sentimientos, denle a Volkov un arma y la orden de fusilar a alguien.
Al diablo Horacio y su maldito corazón sensible, también su humor resplandeciente y sus ganas de ser un héroe. Que se joda Horacio y la comodidad de sus abrazos, de su sonrisa, de su esencia.
—Viktor —Una vez más el doctor lo salvaba de su posible locura, le puso atención—, han pasado cinco meses desde que estás aquí, la señorita que viene a visitarte ha dicho que probablemente no vuelva en un tiempo y la contacte si hay alguna novedad.
Él entendía que la novedad sería su despertar o que finalmente llegara el momento de desconectarlo.
No había otra cosa por hacer más que esperar los acontecimientos inexorables, quizá ya no tenía ninguna esperanza para continuar, ¿es que acaso valía la pena ser más que un policía dedicado a su labor?
No, definitivamente no tenía un objetivo en la vida y probablemente moriría siendo nadie para nadie. Y eso estaba bien, después de todo Volkov seguía considerándose del tipo solitario, podía ser tan valiente para enfrentarse a un asesino, pero volvía a ser un cobarde para admitir que se había enamorado.
ESTÁS LEYENDO
Antes y después de ti.
FanficDurante el tiempo que se encontraba inconciente, Volkov hace recuento de su vida, al despertar del coma y hallarse a Horacio, que no era más que un compañero del trabajo, siente en el pecho un cambio que ni siquiera puede identificar porque debe mar...