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Asida al lecho de la calma, frente a mí, visibles senderos de verdosos prados, dónde sólo nace el llanto de un cielo afligido.
Oh, silencio paulatino, causa la realización temprana, al atestiguar el abandono de mi sombra, al marcharse, independiente y sin reparos o heridas graves.
En un sitio paralelo, solía ser yo la impostora, inquietando mi entorno con mi extrañeza, contrario a ello, siendo ella capaz de prescindir de mi hospicio, razón absoluta de mi pena.

arrecife de ilusiones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora