miseria'

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Una danza fúnebre, continúa y densa.
En las cumbres lejanas dónde mis esperanzas aguardan por el sonar de la intervención nocturna.
De indefensas mentiras no deseo saber causa.
La dicha breve resulta ser aún más hiriente que la imperturbable miseria, extremidad de la costumbre.
No me alaben con lenguas infames, no sean grotescas, insensibles alimañas, serpientes camufladas de gracia gentil.
Qué hoy me apetece merendar manzanas, asida a Lilith y Eva.
Más no me echarán del vacío al que accedí voluntariamente.
No existe aliciente que logre confundir mi afecto, ni devolución capaz a los confines de la dicha.
Admito qué, probablemente he nacido en el umbral equivocado, éste que acompaña la perturbada inquietud que posee el silencio al ser impuesto a las malas.
Querubínes varios adornan de cardos mi cuna, capturan el llanto del cielo para crear tormentas puntuales.
Toman los bordes afilados de la luna para crear breves rayos.
Usan mi grito, que se confunde con el agravio que lanza el cielo a través del viento voraz que divide al árbol de la sabiduría.
Hay que saber percibir la belleza que se asienta en mi ausencia, y aprender a convivir con su extrañeza.

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