¡Qué tal Candyfans! según lo prometido, aquí está la actualización del capítulo 21. La próxima semana estará listo el capítulo 22 en mi portal https://mariadoslunas.com
Además de tener la primicia en mi portal una semana antes, estaré agregando imágenes e ilustraciones para enriquecer la historia.
Supongo que se quedaron con la duda de qué pasará ahora. Bueno, como lo prometí, estoy actualizando más seguido.
Me han preguntado mucho sobre la reacción del la tía Elroy... bueno, están a punto de saberlo.
Gracias por dejarme sus comentarios
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Cualquiera que viera la fachada de la mansión de Lakewood, imaginaría que dentro solo podían vivirse idílicas historias. Sin embargo, cada cierto tiempo, alguna noticia sacudía el edificio hasta sus cimientos, como podían atestiguar los sirvientes que pegaban la oreja a la puerta del salón de té.
Adentro, Sarah Lagan era un mar de lágrimas, sollozos y lamentaciones. Iba de un lado a otro del salón favorito de la tía Elroy, en audiencia privada con la matrona.
-¡Ay, ay, ay! ¡La desgracia ha caído sobre mi casa! ¿Qué he hecho para merecer este tormento?
-Sarah, compórtate por favor, y hablemos como la gente decente.
Esta petición solo consiguió que Sarah chillara con más desesperación.
-No lo entiende tía, mi hijo, mi propio hijo engatusado por esa huérfana infeliz... ¡Es que soy capaz de matarme si no entra en razón!
-¡Que te calmes, te digo! -ordenó Elroy, tirando del brazo de Sarah con tal fuerza que la sentó de una en el silloncito rococó.
Sarah quedó sin habla, y miró a Elroy con un nuevo nivel de temor.
Elroy hizo un esfuerzo por contenerse y recobrar sus maneras refinadas, cuando dijo:
-Vamos a pensar calmadamente sobre esto unos minutos, en silencio.
Sarah no se atrevió ni a mirar a la tía hasta que ella no le dirigiera la palabra.
Elroy se llevó un pañuelo a las sienes para secarse el sudor, haciendo acopio de todo su temple.
El día había empezado de manera desastrosa, pero Sarah, sin querer, le había traído la solución a sus peores problemas. "Solución" era una palabra sobrada... "alternativa menos dolorosa" sería una mejor forma de decirlo.
A primera hora, junto con el té y las tostadas que tomaba como desayuno, le habían traído un semanario de circulación nacional. En las páginas centrales, a tamaño cuarto de plana, había un retrato detallado de Candice White-Ardlay.
Elroy se atragantó con la tostada, se derramó encima el té caliente, y soltó un "¡Mierda!" tan fuerte y claro, que su doncella nunca lo iba a olvidar.
Lo peor no era el retrato, sino la nota al pie:
"La familia Ardlay busca a Candice White-Ardlay, vista por última vez en fecha y lugar tal... Se recompensará generosamente a quien dé informes que permitan dar con su paradero. Favor de contactar al Sr. William Ardlay en la dirección..."
-¡William ha perdido totalmente la cabeza! -murmuró Elroy, atónita.
Debía haber sospechado algo desde el momento en que William se había negado a poner un pie en Lakewood, tras su caída de las escaleras. Elroy quiso pensar que la mala experiencia era el motivo para mantenerse alejado de la mansión, pero ahora comprendía la gravedad de la situación. Por primera vez sintió que perdía el control sobre él, irremediablemente.
-Y yo que tanto confiaba en Georges, ¡es un infame alcahuete! -se quejó la señora para sus adentros.
Apenas se recobraba de la impresión, cuando llegó a la casa Sarah Lagan con otra noticia igualmente escandalosa, y fue imposible cerrarle el paso, por más que le dijeron que la tía Elroy no estaba para recibir a nadie.
Ahora que tenía un momento para pensarlo, Elroy calculó las palabras que iba a decir a Sarah:
-Mis esfuerzos por librar a nuestra familia de esa ave de mal agüero han sido inútiles, y lamento que no supieras tener mano dura con Neil para que se desmande de esta manera.
-Pero, tía...
Elroy levantó un dedo, que fue suficiente para callar a Sarah, y continuó:
-No todo está perdido. Más vale que te vayas resignando a una nuera de baja ralea, y a educarla ahora como no fuiste capaz cuando estuvo bajo tu mando.
Sarah se llevó una palma al pecho y su boca formó una perfecta letra "O", pero eso no detuvo el discurso de Elroy.
-Mira esto, Sarah. Mira quién firma la búsqueda de Candice. El propio tío William ha salido de su retiro para buscarla.
Sarah tomó el periódico entre sus manos y observó con rencor el retrato de Candy.
-Sigo sin entender por qué tendría que resignarme a... a que mi hijo... ¡por todos los cielos, ni siquiera me atrevo a decirlo!
Elroy tomó aire. Emparentar de manera formal con Candice, a quien culpaba de la muerte de Anthony, era terrible bajo cualquier circunstancia, pero... que William la hiciera su legítima esposa y verla encumbrada en lo más alto del clan estaba más allá de lo que podía soportar. Era indispensable concertar la boda con Neil cuanto antes. "De los males, el menor", se dijo la gran dama.
-El rumor es cierto -sentenció.
-¿Qué rumor? -preguntó Sarah, completamente perdida.
-¡Tonta! ¿No te das cuenta de que William pretende hacerla heredera directa de sus acciones? No me extrañaría que se atreviera incluso a más.
-¿Incluso más?
-¡Sí! ¿Te imaginas a la huerfanita como heredera universal de la fortuna Ardlay? ¿No sería esta la excentricidad perfecta del patriarca?
-¡Imposible!
-¿Imposible? ¿Tan imposible como este retrato para buscarla por todo el país? Sarah, escúchame: si Neil se casa con ella, la herencia se queda en la familia. Y si no... ¡a saber qué será de los Lagan! La hotelería por sí sola no da para la vida a la que estás acostumbrada.
Sarah dejó caer los hombros, al comprender el precio que debía pagar para seguir siendo la Sra. Lagan que todos en Chicago admiraban.
-¡La odio, la odio tanto! -resopló Sarah, con los puños apretados.
-Muy bien, qué bueno que ya te has desahogado -dijo Elroy, severa-. Ahora, sécate esas lágrimas y vamos a buscar a los novios. Tenemos una boda que arreglar.
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Paraíso para Dos
FanfictionCuando un hombre amnésico y sospechoso de espionaje ingresa al hospital, Candy es la única en mostrar consideración por el misterioso y maltrecho paciente del cuarto cero. Pronto descubrirán que sus destinos está unidos. Albertfic.