Capítulo 5

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Bienvenidas a otro capítulo de Paraíso para dos!!!

Déjenme sus comentarios por favor, me encanta leerlas.

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El resto del día, Candy hizo su mejor esfuerzo por mostrarse afligida. El Dr. Brooks fue tan lejos como para fingir que iba a revisar al paciente del cuarto cero, y Candy decidió seguirle el teatro.

Cuando el doctor volvía de su pretendida visita, Candy fue hasta él para preguntar por Albert.

-Dr. Brooks... solo... quería preguntar por la salud de ...

-¡No quiero oír una palabra sobre el asunto, enfermera White! Recuerde su precaria posición en este hospital. Ese paciente ya no es asunto suyo.

Candy giró la cara, pero más para ocultar la risa que se le iba a escapar, y salió corriendo fuera de la vista del doctor. Con eso también para ella quedó claro que el Dr. Brooks no sospechaba nada.

A la salida del hospital, Patty y Annie esperaban por ella. Después del sube y baja de emociones de las últimas horas, Candy se abrazó a sus amigas, presintiendo el alivio que sería hablar con ellas.

-Han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos, chicas, y no sé por dónde comenzar. Por principio de cuentas, tengo que recoger mis cosas del dormitorio de enfermeras. Diré que voy a mudarme con Patty.

-Candy, desde luego que hay lugar para ti en mi casa -afirmó Patty, sin titubear.

-Bueno, eso es lo que diré, pero... en realidad viviré en otro sitio.

Patty quiso saber más, pero Candy le pidió que esperara hasta después de recoger sus pertenencias.

Al fin, después de llenar el papeleo necesario, Candy, Patty y Annie, salieron del dormitorio con una pequeña maleta cada una y fueron andando hasta un café cercano.

-¿Por qué tanto misterio? -dijo Annie, después de que les habían tomado la orden.

-Porque ayer sucedió algo que casi me hace perder el trabajo... Aunque tal vez me lo merecía, logré salvar la situación, pero eso también significa que hay gente interesada en conocer cada paso que doy y... si no estuve dispuesta a hacer todo lo que me mandaban cuando era una chiquilla en el San Pablo, pues menos ahora que soy una mujer que se vale por sí misma. Por eso dejé el dormitorio de enfermeras.

-Eso que dices es muy grave, ¿qué pudo haber provocado que quisieran echarte? -dijo Patty, consternada.

Candy tomó aire y, con nerviosismo, confesó:

-Es que... uno de los doctores... me pilló... besándome con Albert.

-¡¿Besándote con Albert?! -chilló Annie.

-¡Annie! -protestó Patty- No hace falta enterar a todo el mundo.

Annie se tapó la boca y asintió con la cabeza.

-Pues sí, con Albert, por increíble que parezca -continuó Candy-. Ni yo misma me había dado cuenta de que me había enamorado de él hasta que me lo preguntó.

-¿Te preguntó, qué? -quiso saber Annie.

-Eso, me preguntó si él y yo estábamos enamorados antes de que perdiera la memoria. Me tomó totalmente desprevenida y le dije que no, porque es la verdad. Antes de que se marchara a África yo no pensaba en él de esa forma, pero me di cuenta de que tenía razón, que entre nosotros había algo más, mucho más...

Como Candy se quedó perdida en dulces pensamientos, Annie tuvo que traerla de vuelta a la conversación.

-¿Qué quieres decir con eso, Candy?

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