Capítulo 23 - Al descubierto

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Hola Candyfans... una disculpa por actualizar 3 días después de la fecha anunciada. Tuve un cambio de proveedor de internet y me quedé sin servicio varios días. Pero aquí está la actualización prometida, que fue previamente publicada en https://mariadoslunas.com/2022/06/10/paraiso-para-dos-capitulo-23/

Ya sucedió el tan esperado encuentro. ¿Fue como lo imaginaban? ¡Cuéntenme!

Disculpen que no conteste a cada comentario individual, pero créanme que leo cada uno con mucha emoción.

Y ahora... ¿qué va a suceder? Están a punto de saberlo.

+ + +

Candy abrió los ojos para encontrarse en una habitación elegante aunque pretenciosa. Lo primero que vio fue el rostro angustiado de Albert y, un poco más al fondo, distinguió la figura de Neil.

-Albert...

-Mi amor, mi amor, estoy aquí -contestó él, besándole las manos-. ¿Cómo te sientes?

-Estoy bien -mintió Candy, pero su voz delató su debilidad física.

-El doctor no tardará en llegar. Neil ha sido tan amable de prestarnos su habitación y ahora...

-Y ahora los dejo para que hablen -completó Neil, con la cabeza baja. Dio media vuelta y salió, cerrando la puerta tras de sí.

Candy y Albert se miraron a los ojos por primera vez en mucho tiempo.

-Apenas puedo creer que al fin te encontré -dijo Albert, apretando la mano de Candy entre las suyas.

-Albert, no puedes estar aquí, tienes que volver con tu familia... pero si tu familia es... ¡oh, estoy tan confundida!

Candy se pasó una mano por la frente y frunció el ceño.

-Mi amor, ya habrá tiempo para que hablemos -dijo Albert-. Por ahora lo que importa es asegurarnos de que tú estás bien... de que... nuestro bebé está bien.

-¿Cómo lo supiste?

-¿Recuerdas que me presenté como William Ardlay?

-Ahora lo recuerdo... ¿Eso es verdad?

-Sí. Mi nombre es William Albert Ardlay: el tío William de quien tanto has oído hablar.

-El tío William... Entonces, cuando Neil ha llamado para buscarte...

Albert asintió.

-¡Lo que debiste pensar de mí! -lamentó Candy.

-Supe de inmediato que el bebé es mío. No podía ser de otra manera.

-Sí, Albert, es tuyo... Ahora me quedo tranquila. Sé que nuestro hijo estará bien, aunque no puedas volver conmigo.

-¿De qué estás hablando? ¿Por qué no podría estar contigo?

-Por tu familia... tu esposa, tus hijos...

Albert quería hacer mil preguntas y dar otras tantas explicaciones, pero se contuvo para no agitar a Candy.

-Candy, creo que hay una gran confusión. Yo no tengo otra esposa, mucho menos, hijos. En verdad, tenemos tanto que aclarar, y lo haremos, poco a poco. Por ahora, baste decir que no hay nada que impida casarme contigo con todas las de la Ley, y dar a nuestro hijo su legítimo lugar...

El chirrido de la puerta al abrirse los interrumpió. Se trataba de Neil, seguido de otro hombre.

-El doctor ha llegado ya -dijo Neil, antes de ceder el paso al hombre que venía detrás.

-Buenas, tardes, soy el doctor...

-¡Brooks! -exclamaron Albert y Candy al unísono.

Al Dr. Brooks le tomó unos segundos reconocer a Albert y a Candy, debido a sus atuendos finos, rodeados de tanto lujo. Se quedó como estatua de cera, paliducho, y parecía que en cualquier momento se echaría a temblar.

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