Epílogo

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Diez años después:

Es la décima vez y contando que Takemichi se miro en el espejo con una mano en la cintura y la otra acomodando los oscuros mechones de cabello revuelto, giro a la derecha para admirar mejor las prendas que cubren su delgado cuerpo; y en palabras de su mejor amigo, desnutrido, las finas telas que logro costear con los ahorros de meses de trabajo se ajustan a la perfección, volvió a girar una y otra vez, se mordió los labios con fuerza, un poco más y podrían empezar a sangrar y resoplo desanimado, con los nervios calando en lo más profundo de su ser.

—Me rindo no voy a ir —resoplo

—Takemichi, no es que quieras ir tú vas a ir —recalco Matsuno, dejando caer su  mentón sobre la palma de su mano—. Ta-ke-mi-chi, ¿cómo piensas faltar a la cena con tu futuro prometido? Tengo que recordarte que ahora vas a ir a pedir la mano de Mikey o debo llevarte de la mano como un niño de cinco años—el rubio sabia lo que Matsuno quería decir con ese tono, le estaba molestando a propósito por su falta de confianza y reprochando su actitud.

—Estoy nervioso —admitió —. Amo a Mikey y aún no puedo creer que —. Se giró quedando frente al rubio y al de cabellos color ciruela, Akkun le hizo una seña para que continuara—, que voy a pedir su mano. Lo amo y quiero estar con él, pero los nervios me van a matar.

—Aibo ayer estabas que saltaba de la alegría, tenías escrito en la cara voy a pedir la mano de mi pareja, en unos meses habrá boda familia y nada ni nadie me lo va a impedir. Y ahora parece que te quieres morir.

—¡Tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno para Manjiro! —gritó con la voz apagada, tenía miedo, miedo de todo.

Chifuyu se levantó de la cama casi saltando, agarró con fuerza al azabache de los hombros, resoplo y sonrió, esa sonrisa comprensiva y dulce, como un hermano mayor a punto de consolar al menor.

—Takemichi Hanagaki, eres un hermano para mí, y estás asustado, lo entiendo. Sin embargo, no puedo permitir que sigas lastimandote, eres la mejor pareja para Mikey, él te ama y tu lo amas.

El rostro lloroso de Hanagaki se suavizó hasta recuperar su bonita sonrisa, los orbes azules brillaron agradeciendo el consuelo, seco sus lágrimas con las mangas del traje, se alejó para arreglarlo con sutileza.

—¿Cómo me veo?

—Sí

Takemichi hizo una mueca horrible, no quedo rastro alguno del aura cálida y brillante del azabache sino una fiera mirada y una sonrisa forzada que más parecía una mueva.

—¿Sí? Eso no me sirve de nada ¿si que?; si, te ves bien, si te ves desesperado o sí, mejor no vayas ¡se más explicito Chifuyu!

—Tranquilo Takemichi —. Akkun intento tranquilizar al rubio que no dejaba de farfullar y maldecir a los cuatro vientos su mala suerte—. Te ves bien no se mucho de ropa pero creo que para la ocasión esta bien, tal vez debiste llamar a ese tal Mitsuya —medito.

—Sí, Mitsuya sabría que hacer —.Takemichi se mordió el labio inferior inseguro.

Akkun asintió con una sonrisa agradeciendo que el azabache por fin se diera cuenta.

—¡Gracias a los dioses te diste cuenta aibo! —celebro Matsuno ganándose un golpe en la cabeza por su comentario y dejando escapar un quejido.

—Chifuyu recuerda que aún sigo molesto contigo.

—Ya te pedí perdón un millón de veces.

—Aún no es suficiente tu broma de mal gusto por el día de los inocentes casi me cuesta la vida.

12 pasos para enamorar a TakemichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora