xi. paciencia

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Hölle se frotó las manos con nerviosismo y finalmente entró a la habitación. Su actitud nerviosa no se debía tanto a la situación, sino a que antes de ir únicamente había fumado un cigarrillo; llevaba toda la mañana sin consumir una droga y eso la mantenía desesperada. Aún así se concentró en mirar el lugar: las paredes estaban pintadas de color blanco, con algunos cuadros de paisajes, unas repisas con libros y unos sillones que a decir verdad se veían muy cómodos.

—Buenos días —una voz masculina hizo que se sobresaltara levemente. Al voltear vio a un hombre de estatura alta y con algunas canas, que le brindó una calida sonrisa.

—Buenos días —saludó ella, en un débil susurro.

—Adeline Hartmann ¿Qué tal? Adelante, por favor, siéntese aquí en el sillón —Hölle no respondió el saludo, ella no quería estar ahí. Con duda, caminó a pasos lentos y a duras penas se sentó en el sillón, con lentitud y mirando hacia todos lados como si se encontrase paranoica.

El psicólogo miró aquellas actitudes. Comenzó a anotar algunas cosas en su libreta. Hölle se puso nerviosa al notar la acción de su psicólogo ¿Tan pronto estaba creando diagnósticos sobre ella? Sin duda iba a ser una sesión complicada.

—Primero comenzaré por presentarme para iniciar la conversación. Soy Erick Murphy —Hölle no respondió. Lo miró sin expresión alguna mientras el psicólogo no quitaba su sonrisa—. Para mí es un gusto conversar contigo. Comenzaré haciendo unas preguntas básicas y después iremos avanzando ¿Qué edad tienes?

—Veinte —respondió vagamente.

Hölle estaba consciente de que un día anterior había estado decidida en aceptar la terapia. Lo había hecho por Izzy, los momentos que pasó con él habían sido estupendos para ella, pero ahora que estaba cara a cara con el psicólogo, no se sentía capaz de poder afrontarlo.

—No tienes porqué preocuparte —pareciera que Murphy leyó sus pensamientos—. Estás aquí para que te ayude y eso es lo que haré. Por tu expresión me atrevo a suponer que nunca habías venido a ver a un psicólogo ¿O me equivoco?

—No.

Murphy asintió levemente, anotando algunas cosas en su libreta. Hölle tenía el impulso de quitarle su libreta y arrojarla por la ventana. Quería irse pero sólo habían transcurrido alrededor de cinco minutos.

—Continuaré con la indagación —informó el psicólogo—. ¿Qué es lo que te trae por aquí, principalmente? No te impacientes por dar una respuesta a mi cuestionamiento. No hay prisa, siéntete libre de dirigir la conversación al rumbo que creas necesario; después haré más preguntas y tomaré notas para poder ayudarte con tu problema. Así que te pregunto nuevamente ¿Qué te trae por aquí hoy?

Hölle reflexionó. Si era honesta consigo misma, diría que está sentada en ese sillón por Izzy, porque si fuera por ella, ya hubiera alguien organizando su funeral. No planeaba ser honesta con el psicólogo, porque no era su intención mejorar; había tomado decisiones impulsivas y debido a eso estaba en la actual situación.

—Yo que sé. No se me ocurre nada para responder a eso —dijo Hölle, con un poco de frustración. Murphy pareció confundido, pero de manera inmediata le proporcionó a Hölle una sonrisa que pretendía darle tranquilidad.

—Noto que hay desesperación en tus palabras ¿Hay algo más que logra preocuparte? ¿Fuiste obligada a venir aquí?

—Nadie me obligó —respondió instantáneamente—. Sólo que al estar aquí no encuentro qué decir ni qué hacer.

Murphy asintió, realizando más anotaciones.

—Bien, si te parece, ahora comenzaré a trazar un rumbo en esta charla. Desde el inicio de nuestra sesión te he notado distraída, indiferente e intranquila con la conversación —comenzó a decir—. Adeline, sé que consumes drogas y me gustaría preguntarte con qué frecuencia te drogas.

𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐂𝐑𝐘  ━ izzy stradlin, axl rose Donde viven las historias. Descúbrelo ahora