Capítulo 23

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Entramos al camarote y mi madre detrás nuestro dando un portazo, a lo que mi hermano y yo nos miramos y tragamos saliva. Mi madre odia los portazos y cuando los da nos provoca pánico. Empezó a chillar como una desquiciada con la cara más roja que un tomate.

-Estais castigados durante todo lo que queda de día, os quedaréis en el camarote hasta mañana por la mañana y no saldréis por nada en el mundo, que da claro!?

-Pero mamá...-no dejo acabar a Dante.

-Ni mamá ni ostias, si tenéis hambre os aguantais, y si tenéis sed bebéis del grifo del baño.

-Pero ese agua no es potable.

-Pues así aprenderéis la lección, tú por lianta y tú por imbécil. Adiós, espero que mañana cuando venga os dejéis de tonterías y madureis que ya tenéis una edad.

Mi hermano y yo agachamos la cabeza y miramos al suelo porque la mirada de mi madre mataba (menos mal que es literal porque si no nos mataba) me recordaba a la mirada de la dragona de Shrek. Se dio media vuelva, cogió las llaves del camarote y se fue cerrando por fuera.

Mi hermano y yo nos giramos enfadados mirando al uno y al otro y dijimos a la ver -Gilipollas!.

Viviendo Con Playboys 2 En ElTransatlántico *EN PAUSA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora