Mío

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La cerveza ya se me había subido a la cabeza cuando mi mejor amiga Vannie me convenció para escribirte un mensaje declarando mi gran amor por ti y nerviosa lo escribí rápidamente, y apagué el celular al poco tiempo de ver que se había enviado.

Sin saber cómo, desperté en el departamento de Vannie y su novio Jack, ambos dormían junto a mí, estaban muy abrazados, sacudí la cabeza y me levanté y mi celular cayó al suelo, rápidamente lo levanté y encendí, una llamada entró en ese momento y tú nombre apareció en la pantalla, con voz temblorosa respondí. Quedamos de vernos esa misma tarde así que corrí a tomarme una ducha, me tomé la libertad de tomar algo de ropa de Vannie, salí del departamento sin decirle nada a mis amigos y fui directo a tomar el transporte.

Tú ya me esperabas sentado en la banca de ese parque en el cual nos gustaba pasar horas platicando en nuestra época de jóvenes estudiantes de preparatoria. Me sonreíste a modo de invitación para sentarme a tu lado y al hacerlo tu fragancia invadió mi nariz haciéndome sonrojar al mismo tiempo que sujetabas suavemente mi mano.

—Me tomó por sorpresa tu mensaje.

Mi corazón se aceleró y torpemente me alejé de ti bajando un poco la mirada.

—Lo siento — susurré.

Volviste a sujetar mi mano, ésta vez con más delicadeza, tu otra mano me sujetó el mentón y me hiciste mirarte a los ojos.

—Lo siento — sonabas tan dulce — pero no puedo corresponder tu amor, hay alguien más en mi vida ahora y lo único que puedo ofrecerte es mi amistad.

Asentí con la cabeza, aceptando tus palabras pero algo en mi se rompió haciéndome ver qué no volvería a ser la misma nunca más, me puse de pie y comencé a retroceder, quisiste detenerme pero ya era demasiado tarde, ya no podía verte de nuevo a la cara, estaba hecha pedazos, y corrí tan rápido cómo pude, huí de ti.

Volví al departamento, salude a Vannie, que veía televisión, me sonrió y luego pregunté por Jack y me dijo que había ido a trabajar, asentí y camine hasta ella para dejarme caer en el sillón, sentí su mirada y poniendo una mano sobre mi hombro preguntó qué era lo que me sucedía. En cuánto termine de contar lo sucedido se apartó de mí algo molesta, tomó su laptop del escritorio y regresó tumbandose a mi lado.

—Esto no termina así — sonrió de una forma que nunca había visto.

Esa misma noche me mostró su laptop, dándome una sorpresa, pues había conseguido toda la información personal de tu novia, número telefónico, dirección de la universidad dónde estudiaban, horarios... En fin todo estaba ahí, nunca imaginé que ella fuera capaz de conseguir tal información. Me explicó a detalle el plan para deshacernos de ella para siempre y sonreí divertida, era un plan perfecto.

Una semana más tarde pusimos en marcha el plan, empacamos todo lo que íbamos a necesitar, subimos a la camioneta de Jack y tomamos rumbo a la universidad dónde era seguro que ella estaría, la vimos saliendo, caminaba lentamente por la acera, Vannie acercó la camioneta y condujo lento, luego le habló fuerte preguntando por una dirección, ella se acercó dispuesta a ayudar, rápidamente abrí la puerta trasera y sujetándola por la espalda la metí a la fuerza a la camioneta, cerré la puerta de golpe y Vannie pisó el acelerador a fondo mientras yo aplicaba una inyección a nuestra invitada para dejarla inconsciente.

La llevamos a unos edificios abandonados, a lo que alguna vez fueron oficinas, la atamos de manos y pies sobre un escritorio que encontramos por ahí, cortamos toda su ropa dejándola completamente desnuda. Cuando despertó gritó llena de pánico, no lo soporté y la abofetie un par de veces antes de amordazarla mientras Vannie se le montaba encima, me alejé un poco para contemplar mejor aquella escena y encendí un cigarrillo.

Vannie comenzó a susurrarle cosas horribles al oído mientras sus delgadas y pálidas manos le recorrían la piel y el cabello, la olfateó y lamió su cuello cuando de pronto le lanzó una salvaje mordida provocándole gemir y restorcerse de dolor, sin duda no me esperé aquello pero debo admitir que sentí una profunda satisfacción, sin embrago ésta sensación solo duró unos segundos así que decidí salir de mi papel de espectador y fui a sacar unas pinzas de entre las cosas que habíamos traído, me acerqué al escritorio y procedí a desprender una a una las uñas de sus manos y pies.

Sus gemidos de sufrimiento eran desgarradores y las lágrimas bañaban su asqueroso rostro, el verla de ese modo solo nos animaba a continuar con su agonía, saqué un cuchillo y le hice varios cortes en la piel mientras Vannie le cortaba los dedos de las manos, todo ésto seguía sin ser suficiente, queríamos más. De pronto me dirigió una mirada suplicante, hice una mueca en desagrado y volteo a ver a Vannie que rápido asintió con la cabeza, volví a mirar a esa desgraciada y sonreí burlona.

—Puta — me acerqué a su rostro — Esteban es mío, pero tú me estorbas.

Ella abrió los ojos con gran asombro y horror, estúpida, pude ver al fin que había comprendido el por qué de su tortura, le retiré la mordaza y antes de que pudiera gritar o decir algo le arranqué los labios con los dientes, mastique un poco y luego escupí sobre su pecho mientras ella gritaba de una forma que no podría describir, se ahogaba en su sangre.

—¡Cállate! — la golpeé.

Pero seguía gritando así que no lo soporté, no quería escuchar más sus asquerosas quejas, volví a tomar el cuchillo y lo clave incontables veces sobre uno de sus ojos, la sangre salpicaba sobre mi rostro y bañaba mis manos... Silencio.

—Vaya — dijo Vannie seria y sacándome de mi trance — No duró mucho, que aburrido ¿Qué hacemos?

—Vamos a devorarla.

Y sin pensarlo ni un poco Vannie se abalanzó sobre el cuerpo y comenzó a arrancar la carne a mordidas, me le uní poco después, éramos como dos animales salvajes, la sangre escurría todas partes, el sabor de la carne solo nos hacía querer más, llegó un momento en que parecía que estábamos gruñendo, comimos hasta hartarnos. Descuartizamos lo que quedaba y lo metimos todo en bolsas negras para basura, nos limpiamos la sangre y residuos y cambiamos nuestra ropa para después bañar todo el lugar con gasolina junto con nuestra ropa y las herramientas que utilizamos, echamos un último vistazo y predimos fuego. Subimos las bolsas a la camioneta y nos retiramos del lugar a toda velocidad, nos detuvimos en un callejón, en un barrio de mala pinta de la ciudad, cubriendo bien nuestros rostros bajamos y arrojamos las bolsas en un basurero, vaciamos el resto de la gasolina y prendimos fuego. El juego había terminado.

Un par de meses más tarde volví a buscarte, parecias triste y confundido, tu aspecto era terrible, pregunté que pasaba a lo que respondiste que tu novia te había dejado mediante un largo mensaje que en resumidas palabras decía que no quería volver a verte, que se había cansado de ti pues solo te uso para satisfacer sus deseos carnales. En mi mente recordaba cuando un par de semanas antes de verte Vannie escribía aquel mensaje y al poco tiempo de darle enviar destruyó el celular en cientos de pedazos. Te abracé y dije que lo lamentaba, que podías contar conmigo a pesar de todo, tu sonreíste y correspondiste mi abrazo... Caiste.

Con el tiempo nos volvimos más cercanos y poco a poco me gané más que tú amistad, te convertiste en mi novio, lo que más anhelaba se había hecho realidad, en cuanto a Vannie ¿Qué puedo decir? ella es feliz guardando con tanto orgullo su trofeo de aquel día... el corazón.

Cómo ustedes se imaginarán mis queridos amigos el corazón de Esteban ahora es mío, es mi trofeo, es mío, solamente mío.








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