Ausencia

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Ya han pasado dos meses de la última vez que te vi, dos meses de aquella discusión, y cada vez me duele más el ver qué no estás conmigo, los días me parecen grises y las noches eternas y en cada una de ellas lloro por ti hasta conciliar el sueño.

Dices amarme y extrañarme, pero no vienes, te digo que iré a verte y no me lo permites y entonces yo me hundo en una profunda tristeza y soledad. Te escribo y te llamo una y otra vez, pero no hay respuesta, es cómo si me hubieras olvidado y cuando respondes solo dices cosas al azar, sin sentido, tan frías.

No puedo soportarlo más y he marcado mi piel con una navaja tantas veces que no siento dolor y es que así es como he conseguido calmar mi alma, pero pronto está navaja ya no me consuela y en la desesperación corro a buscarte.

Llamo a la puerta, pero no hay respuesta, llorosa doy la vuelta y entonces un enorme árbol de naranjas llama mi atención, es cómo si me llamara el sonar de sus hojas agitándose por el suave viento. Con algo de trabajo trepo sus ramas hasta llegar a la cima, de manera casi inconsciente mi mano se adentra en mi mochila y saco una cuerda para amarrar un extremo a la rama y el otro lado rodea mi cuello... Respiro profundo, lloro una última vez y miro de nuevo tu puerta, sé que no saldrás, otra lágrima corre por mi mejilla y entonces me dejo caer al vacío.

Ya no hay dolor.

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