El timbrar de mi celular me hace despertar, sin mucho ánimo lo tomo del escritorio a mi lado y miro la pantalla.
"Ale: Hola, corazón ¿Puedo ir a verte?"
Ese mensaje por alguna razón me pone de mal humor ¿Por qué me busca? ¿Qué es lo que quiere? No la quiero cerca de mí, lo que alguna vez tuvimos ya no existe, solo se trató de sexo casual y los sentimientos nunca tuvieron lugar entre nosotros. Bien, dejaré que venga, que diga lo que tenga que decir y que después se largue.
"Ale: Llego en una hora."
En lo que la esperaba aproveché para comer algo y ordenar un poco el departamento, aunque ahora me da igual si ve la manera en la que vivo, pero mantendré las apariencias.
Alguien toca la puerta, es ella no hay duda, abro y sin dejarme decir algo entra como si fuese su casa, suelto un suspiro y cierro la puerta para sentarme junto a ella en el comedor.
-¿Cómo estás, corazón?
-Ya no me llames así.
-No puedo evitarlo - sonríe.
Su sonrisa, esa sonrisa que siempre la ha caracterizado y que antes me gustaba ver ahora solo me molesta ¡Deja de sonreír, maldición! Sigue hablando y yo solo asiento con la cabeza y respondo vagamente sin saber realmente de lo que está hablando, solo quiero que se calle. Su conversación es tan irrelevante que comienza a cansarme, parece ser que vino porque no tenía alguien más con quien hablar.
-¿Recuerdas lo bien que la pasamos? - suelta de pronto.
-Ya hace tiempo de eso.
-¿Te gustaría recordar esos momentos?
Me pongo de pie rápidamente y frunzo el ceño ligeramente ¿Es que es estúpida? ¿Qué diablos le pasa? Ahora puedo ver la verdadera razón de su visita, solo quiere alguien que se la folle duro.
-Sabes que estoy en una relación.
-Eso no me molesta - de nuevo sonríe - y tampoco debería molestarte, recuerda que cuando nos divertíamos yo estaba con alguien.
No respondo, la miro levantarse de la silla y manteniendo su sonrisa se acerca a mí, no reacciono ante el tacto de su mano acariciando mi mejilla y mucho menos al delicado roce de sus labios.
-Basta...
-Mi cuerpo te extraña... - susurra en mi oído.
Siento cómo su otra mano va a mi entrepierna, acariciando suavemente para provocarme una erección. No lo soporto, no la quiero aquí, ya no quiero ver su maldita sonrisa ni escuchar su odiosa voz. Quiero que se calle.
Mi cuerpo reacciona a sus caricias y mi pantalón empieza a apretar de la entrepierna, sus labios recorren mi cuello haciéndome estremecer. La tomo del rostro con ambas manos y hago que me mire a la cara.
-Te amo... - sonríe una vez más.
Su voz me molesta, yo no le respondo ¿Desde cuándo siente eso? ¿Por qué ahora? Ella dijo que entre nosotros los sentimientos no tenían lugar. Me mira con deseo, su mano sigue en mi ya notable erección, está jadeando aún sin haber hecho nada todavía. Me quedo tan perdido en mis pensamientos que cuando me doy cuenta ella ya me arrojó sobre el sofá y se sentó a horcajadas sobre mis piernas.
-Me encantas... - lame mi cuello.
Sus caderas se mueven rozando nuestros sexos buscando provocarme aún más, la sujeto del cabello para tenerla bajo control y se detenga, le pido con la mirada que guarde silencio para después besar de manera desenfrenada sus labios. Nos separamos después de varios segundos para recuperar el aliento, estamos jadeando.
-¿Quieres que te folle...? - susurré.
Sonríe en respuesta ¡Deja de sonreír! Vuelvo a besarla con desesperación mientras un cuchillo atraviesa su vientre. Vuelve a mirarme, ahora con sorpresa y horror al mismo tiempo que le dedico una sonrisa retorcida.
-Aqui tienes tu follada, maldita - la aparto de un empujón y cae al suelo, ahora soy yo el que está sobre ella - Ya me cansé de ti, no quiero volver a escucharte.
Hago que el cuchillo entre y salga de su cuerpo, la sangre corre por el suelo y salpica para todos lados, sus bellos ojos pierden su brillo y su rostro al fin ya no puede expresar nada. Su voz sigue taladrando mi cabeza.
-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!
Son tantos los cortes que he hecho que su cuerpo ha quedado desfigurado, estoy jadeando y cubierto de sangre, arrojo el cuchillo contra la pared, llevo mis manos a la cabeza removiendo mi cabello. Aún puedo escucharla, tiene que irse.
Salgo del departamento cargando una gran mochila para acampar en mi espalda y voy directo a la estación del metro. La gente me mira de manera extraña al notar que estoy teniendo una conversación en voz baja ¡Es tan molesta! ¡No puede dejar de hablar!. El tren al fin llega y abre sus puertas, lo abordo de inmediato y dejo que me lleve.
Llego al centro de la ciudad, salgo de la estación y tomo un rumbo indefinido, la gente sigue mirándome en especial ahora que de mi mochila empieza a gotear un líquido rojo.
-Basta, llevo todo el camino aguantándote. ¿Podrías dejar de parlotear al menos por cinco minutos?
Ahora escucho su escandalosa risa ¡La odio! Debo darme prisa en encontrar un tiradero o terreno baldío para dejarla ahí y al fin librarme de su estúpida voz.
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Relatos
Cerita PendekUna serie de relatos en donde el amor se ha vuelto obsesión, la tristeza en agonía, el enojo en rabia. En donde la venganza y la muerte parecen ser la única salida. Las emociones pueden resultar peligrosas y nos convierten en algo retorcido que nos...