—Lo siento — dices en un susurro mientras escondes tu rostro entre tus manos — No quiero pensar…
—¿Cuánto más tengo que verte de ese modo? — pregunto mirándote con tristeza.
—Vete… por favor…
Cierro los ojos con fuerza, trato de contener mi dolor, ese dolor que me causas cada que esos pensamientos se apoderan de ti.
—¿Es que no confías en mí? ¿Sigues creyendo que prefiero o que extraño a alguien de mi pasado a pesar de todo lo que hemos vivido juntos?
No respondes, de tus ojos comienzan a brotar lágrimas y tu cuerpo tiembla, es otro ataque de ansiedad, pero nada puedo hacer más que mirar y esperar a que pase. No sé si pueda soportar esto por más tiempo, no importa lo que haga por ti, no importa cuántas maneras haya encontrado para demostrarte mi amor, no importa todas las veces que he soportado tus ofensas y cuántas veces me tenga que humillar ante ti si de todos modos siempre obtendré el mismo resultado.
—Te amo — murmuré.
—No puedo… — tu voz se quiebra — Perdón… también te amo… pero tú sabes que tu pasado es algo que no me deja…
—¿Tienes idea de cómo me haces sentir? — alzo un poco la voz aunque también comienzo a quebrantarme — Siempre me haces sentir como basura y sin embargo aquí sigo porque soy consciente de lo que te pasa… — me dejo caer de rodillas — Me duele…
No puedo más y termino por romper en llanto, abrazo mi cuerpo y mis uñas se clavan en la piel de mis brazos hasta hacerme sangrar.
—¿Qué más quieres que haga? Pídeme lo que sea y lo haré.
—Lo siento … — ni siquiera me miras — Lo siento… Lo siento…
El no ver tus ojos solo me atormenta cada vez más, necesito saber qué quieres y esperas de mí, he hecho todo y no basta. No puedo más, duele, duele mucho.
<<Haría lo que sea…>> Ese pensamiento retumba en mi cabeza una y otra vez, no importa lo que sea, lo haré si eso te da la tranquilidad que tanto necesitas. Me pongo de pie y voy a tomar un cuchillo de la cocina, vuelvo a la habitación donde sigues sollozando.
—Te daré mi vida…
Alzas la mirada y tu rostro se torna horrorizado al ver cómo el cuchillo abre mi pecho y la sangre comienza a salir como cascada. Una sonrisa retorcida se dibuja en mi rostro y meto la mano en mi interior para extirparme el corazón y mostrártelo.
—Es para ti… tómalo… así solo podrá ser de ti…
Solo me miras, tu boca no emite sonido alguno, mi corazón aún está entre mis manos, la sangre no deja de correr. Parece ser que esto tampoco fue suficiente para ti, soy un fracaso, no pude darte tu paz, me dejo caer completamente sobre un gran charco de sangre, mi corazón cae a mi lado y lo último que alcanzo a ver es la manera en que te levantas de tu asiento y sales de la habitación en silencio… Me has abandonado.

ESTÁS LEYENDO
Relatos
Historia CortaUna serie de relatos en donde el amor se ha vuelto obsesión, la tristeza en agonía, el enojo en rabia. En donde la venganza y la muerte parecen ser la única salida. Las emociones pueden resultar peligrosas y nos convierten en algo retorcido que nos...