Confusión

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Después de algunos años volví a pasar por esa calle y a lo lejos te ví besando en los labios a una bella chica, en ese momento una serie de sentimientos invadió mi corazón, fue entonces que me dí vuelta y salí corriendo de ese lugar

No podía entender cómo mi corazón se sentía pues hace tanto tiempo que dejé de amarte, tenía sentimientos encontrados y eso me asustaba. Tuve que encerrarme en mi habitación unos días para tratar de poner en orden todos éstos sentimientos tan confusos, debía hallar una solución para volver a estar en paz.

Me decidí por ir a buscarte, al llegar a la puerta de tu departamento respire profundo y toqué el timbre, en el momento en que abriste saqué el bat de béisbol que ocultaba detrás de mi y en un rápido movimiento golpeé tu cabeza dejandote inconsciente, cerré la puerta a mis espaldas y luego te arrastré al centro del recibidor en dónde te amarré con fuerza a una silla que tomé del comedor.

Abriste los ojos momentos después y te sacudiste con fuerza en un inútil intento por liberarte mientras me pedías a gritos una explicación, me arrodille delante tuyo y te miré a los ojos, dejaste de moverte y también me miraste.

—¿Eres feliz con ella? — pregunté casi en un susurro.

—Tú y yo terminamos hace mucho — desviaste la mirada — Lo que yo haga ahora no te importa.

Volviste a sacudirte un poco más, evitando mi mirada y pidiendo una vez más que te soltará y me alejara de ti.

—A pesar de que ya no sienta amor por ti de alguna forma siempre logras herirme.

Me miraste, ahora con desprecio y algo confundido, como si no lograras comprender mis palabras.

—Estúpida — dijiste al fin — no me culpes de tus problemas, solucionalos tú, no me involucres.

—Ya lo hice — sonreí tiernamente.

En ese instante saqué un cuchillo y lo clave en tu vientre una y otra vez hasta que el brillo de tus ojos se apagó y la sangre brotaba de tu boca, te tomé del mentón para poder ver tu mirada, ahora sin vida, te besé una última vez y me marché en silencio. Ahora ya nada de lo que estuviera relacionado contigo podía hacer que me confundiera de nuevo.









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