The Lost One Weeping

El zorro y la serpiente

🌌

Tú me enseñaste lo que era ser leal y estar para quienes te necesitaban. Por eso no me explico como pudiste darme la espalda de esta manera

🌌

Solo los separaba un metro de distancia, pero ellos se sentían tan lejanos. Aquellos ojos amatistas tan familiares, ahora eran completamente desconocidos.

La tensión era palpable, eran incapaces de reconocer en el otro a quien fue la gran amistad de infancia, ni una palabra era capaz de brotar de sus labios.

Él sabía.

Y ella sabía que él sabía.

—Diane ¿qué haces aquí? —dijo con fingida normalidad mientras se rascaba la nuca con nerviosismo.

—Yo solo estaba de paso, de hecho, ya me iba —tartamudeó y soltó una risa nerviosa mientras jugaba con su cabello.

—¿A dónde irás? Iba a dar una vuelta y me gustaría que mi mejor amiga me acompañara —invitó haciendo especial énfasis en el título que la castaña cargó por tantos años.

Lo meditó un par de segundos, tal vez era peligroso, pero necesitaba con todo el corazón crear un último recuerdo junto a él y presentía que esa era la intención del joven albino —. Vamos, creo que sé a dónde irás.

Caminaron un rato hasta llegar a un viejo parque, caminaron en silencio por el lugar y la nostalgia se apoderaba de ellos. En cada rincón de ese lugar, un recuerdo había sido creado.

Sentados en el pasamanos, y desde lo más alto, visualizaron cada parte del lugar como si de un álbum se tratase.

—¿Recuerdas cuándo nos conocimos?

—Como si fuera ayer: estaba muy triste por la muerte de mi padre y tú te acercaste a mí para invitarme a jugar.

—Vi a una niña, con chistoso peinado, que estaba a punto de llorar y me dije a mi mismo "vamos a ver qué tiene"

°•°• ( ⏳ ) °•°•

—Niña ¿estás bien? —preguntó con curiosidad un pequeño de ojos carmesí, pero este solo recibió silencio por respuesta —. Te ves triste ¿te pasa algo? —ni una palabra —. Tú no hablas mucho, ¿verdad? Bueno, no hay problema, mi padre dice que yo soy capaz de hablar por dos personas. Me presento, mi nombre es Ban Bandett y como tú no hablas y no sé tu nombre te llamaré «grandota» porque eres muy alta.

El niño se pasó hablándole a la callada jovencita por largo rato, la invitaba a jugar y hasta le compartió parte de la merienda que había llevado consigo.

Cayó así la noche y el momento de despedirse.

—Ya debo irme o mi padre se va a preocupar, últimamente es muy sobreprotector, ¿no te parece molesto? —Ban estiró su mano para despedirse de ella, pero se detuvo al ver las amargas lágrimas que de sus ojos salían —. Oye ¿qué pasa? ¿Dije algo malo?

—Deberías agradecer que al menos tienes a tu padre, yo no podré ver al mío nunca más —masculló la castaña, pero sus palabras fueron opacadas por el brillo de los ojos ajenos que resplandecía al escuchar por primera vez su voz.