The Lost One Weeping

Ramé

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"Quisiera ser olvido, para nunca recordar.

Quisiera ser brisa y así acariciar la vida una vez más"

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Diane se abalanzó para abrazar a Elaine, su rostro lleno de lágrimas y su respiración totalmente agitada. La cara de King tampoco le brindaba tranquilidad a la rubia, era claro que algo malo había ocurrido.

—Lo sabe todo, Elaine, lo sabe todo.

—¿Qué dices? Diane, no me asustes, por favor —buscó a su hermano con la mirada, él tomó la palabra.

—Ban lo ha descubierto todo, ha cortado lazos con Diane, pero...

—Es Ban —habló Elaine con un susurro —, definitivamente no va a dejar pasar esto. Ese tipo es un maldito loco.

—Tengo mucho miedo, no dejo de pensar en lo que él podría estar planeando ahora mismo —Diane hiperventilaba y se notaba cuán asustada estaba, no era para menos —. Quería graduarme... Quería ir a la universidad y vivir una vida junto a King...

—¡Basta, Diane! -gritó King —. No hables como si fueras a morir, eso no pasará, no lo voy a permitir.

—Escucha a mi hermano, amiga, él tiene razón: no dejaremos que Ban te haga daño, primero tendrás que pasar por encima nuestro.

—Ban me lo advirtió, él me lo dijo: solo la muerte podrá romper nuestra amistad.

King y Elaine intercambiaron miradas llenas de desesperación y preocupación, no sabían que decir o qué hacer, pero no podían simplemente quedarse de brazos cruzados esperando a que Ban actuara. Elaine afianzó el abrazo desesperanzado de Diane y los tres se hundieron en un ruidoso silencio.

—Tengo una idea —dijo King tras unos eternos quince minutos —, no será fácil, pero hay que intentarlo.

Ante la atenta mirada de las dos féminas, el primogénito de los Fairy explicó su plan: el día de la fiesta, Diane, Elaine y Meliodas asistirían cómo si nada ocurriera.

Cuando vieran que Ban y su grupito estuvieran ebrios, Diane saldría usando la puerta trasera de la vivienda. Tendría que caminar sola por unas calles hasta que King pudiera recogerla en su auto, entre menos llamen la atención mejor.

King la llevaría al aeropuerto y Diane partiría a Cameloth, para nunca más volver; obviamente, King se mudaría con ella unos días después para no levantar sospechas. En cuanto a su madre, Elaine le explicaría la situación y luego Matrona tomaría la decisión de seguirla o quedarse.

Ambas chicas guardaron silencio tras escuchar el plan; era bueno, sencillo ¿qué podría salir mal? Si eran cuidadosos y no levantaban sospecha alguna, ella podría salir viva de esta pesadilla.

—Sería empezar de cero. Lo perdería todo —Elaine podía entender a Diane, tendría que alejarse definitivamente de su tierra natal, del lugar donde había vivido y dónde descansaban sus antepasados y su propio padre. No era fácil, pero...

—¿Qué más puedes perder, Diane? —King puso en palabras lo que Elaine había pensado —. Ya no tienes nada a qué aferrarte aquí, lo único que te queda en este país es tu vida y vas a perderla si te quedas.