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Langa se despertó por el sonido de la alarma insistente que aturdía sus oídos. Sentía los ojos hinchados y estaba totalmente desanimado, con pesadez se levantó y caminó hasta el baño, se lavó la cara, mirando su reflejo en el pequeño espejo sobre el lavamanos. Su rostro era un desastre, sus ojos estaban un poco hinchados y rojos, los cabellos azules esparcidos por todas partes, y tenía el labio inferior ligeramente partido pues había intentado contener sus sollozos durante la noche antes de quedarse dormido.

Suspiró pesadamente, debía prepararse para ir a la escuela pero siendo sincero no estaba emocionado por salir siquiera de su cuarto y mucho menos encontrarse con Reki. Lo pensó un poco más y decidido salió de su cuarto buscando a su madre.

Nanako estaba en la cocina preparando el desayuno, ese día se había levantado más temprano para intentar animar a su hijo antes de irse, le haría un desayuno muy bueno y le daría algunos dulces para alegrarlo.

-Mamá... -Escuchó la voz de Langa a un lado de ella, era bajita y un poco áspera, supone que es por apenas despertar y en parte por haber estado llorando tanto.

-Buenos días hijo -Se giró, dejando unas acaricias leves en la cabeza de Langa, este solo se acercó más recibiendo las muestras de afecto.

-Mamá, ¿Puedo faltar hoy? -Preguntó. Ya era suficientemente mayor como para decidir por sí mismo, pero por ahora no se veía capaz de tomar una elección correcta, si fuera por él no volvería jamás a la escuela, pero sabe que no puede hacer eso, así que busca motivación en su madre.

Nanako suspiró triste pero asintió, lo mejor para su hijo es que se tomara un día para sí mismo, tranquilo, que llore todo lo que quiera y se prepare para lo que le espera. Acelerar demasiado ese proceso solo terminara en un daño para Langa y volverá más difíciles las cosas.

-Te preparé el desayuno y compre algunos chocolates -Sonrió cuando Langa pareció animarse un poquito al hacer mención de los chocolates -Después de desayunar puedes comerlos, pero no todos, deja algunos.

-Si mamá -Respondió más feliz. Se acercó un poco más comenzando a analizar lo que cocinaba su madre -¿Puedo ayudar?

-¡Si!, seguro que quedará mejor a que solo lo hiciera yo -Confesó, dejando espacio para que el más alto pudiera ayudarle en lo que quisiera.

-No digas eso mamá, cocinas muy bien.

-Tú padre siempre decía lo mismo, pero él siempre tuvo un mal gusto en el paladar, una vez se me quemó la comida y aún así se la comió toda diciendo que estaba excelente.

-A papá siempre le gustó cualquier cosa que tú cocinaras.

Ambos siguieron preparando el desayuno entre sonrisas y ligeras risillas. Recordar los viejos tiempos era motivo de tristeza, pero ellos preferían recordarlo como algo bonito, después de todo Oliver siempre fue un hombre que anhelaba el bienestar y alegría de su familia, no podían defraudar su más preciado deseo.

-Intentaré llegar pronto a casa y podemos ver una película juntos, ¿Qué te parece? -Preguntó Nanako, comenzando a servir la comida en dos platos mientras que Langa le ayudaba con la presentación.

-Suena bien, ¿Cuál veríamos?

-Una de acción, son muy entretenidas, ya buscaremos algunas -Recogió los platos y comenzó a caminar hacia el comedor junto a Langa que llevaba una taza con café y un vaso simplemente con agua -¿Qué te gustaría que trajera para comer mientras las vemos? -Nanako dejó los platos y Langa dejo la taza de café en el lugar de su madre.

Me gustas -Renga-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora