IX

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Corrió por las calles como si su vida dependiera de ello, la vista se le nublaba, el autocontrol que al principio podía tener se había corrompido por completo, ya no le importaba, solo lloraba y lloraba, mares esteros eran llenados por las lagrimas de sus ojos, los sonidos ya no se contenían, no le importaba en lo absoluto hacer un chisme público, para este punto le daba igual todo, solo quería llegar a su casa y tirarse a los brazos de su madre, llorar más y no salir de su cuarto el resto de su vida. Veía como las personas intentaban llamarle o algunas le reprochaban por haber chocado con ellas, pero daba igual, más mal no se podía encontrar ahora.

Llegó a su casa, golpeando a la puerta y llamando a su madre, no traía llave o eso creía, no quería ni siquiera buscarlas, no quería hacer nada que no fuera sentir un abrazo cálido de su progenitora. El pecho le dolía, su respiración estaba agitada por el dolor de sus pulmones debido a no respirar correctamente, sentía los ojos hinchados y ardientes, la capa de lagrimas no le dejaba ver más allá de manchas de colores, su boca hacia sonidos de hipidos y algunas palabras incoherentes que se perdían en el viento.

—Ya voy —Se escuchó la voz de su madre al otro lado, seguido de unos pasos apresurados. No tardo mucho en que la puerta fuera abierta totalmente, dejando ver a una preocupada Nanako, pues a pesar de que Langa trató de modular su voz, su timbre roto y doloroso siguió presente cuando le llamó para que le abriera —Langa... —Murmuró al ver el estado de su hijo.

—¡Mamá! —Se abalanzó contra ella, abrazándola, dejando que los brazos dulces y cálidos de la mujer le envolvieran, protegiéndole con el cariño de una madre —¡Perdí mamá! —Entre el llanto trataba de contarle, explicarle la razón de su llanto, por qué se encontraba así de destrozado —¡Perdí a Reki!, él v-va a confesarse... ¡Soy un idiota! —Se ocultaba en el pecho de su madre, tratando de no ser tan ruidoso, porque seguían en el marco de la puerta, pero no podía contenerse, no podía esperar hasta llegar a su habitación, necesitaba cariño en ese mismo momento —J-Jamás debí creer que t-tenía una oportunidad...

—Langa... —La mujer no sabía que hacer, cómo consolarlo, porque la única vez que lo vio así de destrozado fue cuando Oliver murió. Recordarlo también le traía sentimientos a ella, porque a pesar del tiempo, Nanako seguía sufriendo por la muerte de su esposo, la persona con la que quería pasar el resto de su vida, pero que tuvo que irse demasiado pronto. Sin saberlo, ella también empezó a llorar —Langa, mi vida... —Lo abrazó aún más fuerte —No digas esas cosas...

—¡Pero es la verdad, soy un idiota! —Sentía sus piernas flaquear, temblando mientras se sostenía de su madre con todas sus fuerzas —¡¿Cómo pude pensar que él llegaría a fijarse en mi?! —Se estaba alterando demasiado —¡Soy horrible y un absoluto idiota! —Sabía que su madre se lo negaría, así que por fin volteó a verla, solo para darse cuenta de que ella también estaba llorando —Mamá...

—No eres horrible Langa, no eres un idiota por tener esperanzas de que alguien pueda llegar a quererte —La mujer acarició, con todo el cariño del mundo, los cabellos azules de Langa —No sabes cuanto orgullo sentimos yo y tu padre al tenerte, perdón si no soy una buena madre, pero si de algo estoy segura es que no eres todas esas cosas feas que tu cabeza te hace creer —Más lagrimas salían de sus bellos ojos —Si Reki no lo pudo ver, alguien más lo hará, pero por favor, no te hagas daño a ti mismo, no tengas esos pensamientos de ti. Si no puedes quererte no deberías esperar que los demás lo hagan por ti cariño —Acomodó una parte del flequillo azul de Langa detrás de su oreja.

Me gustas -Renga-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora