Epílogo

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El tiempo había pasado un poco rápido, sin darse cuenta ya se habían graduado de la preparatoria y ahora vivían juntos en un pequeño departamento cerca de su universidad. La verdad era que, después de la graduación, no pudieron soportar el pensamiento de estar separados por mucho tiempo, además de que querían ser independientes, ya les habían causado muchos problemas a sus madres. Es por eso que llegaron al acuerdo de vivir juntos, además de que era algo que querían naturalmente, también lo hacían para apoyarse mutuamente. Terminaron ingresando a la misma universidad pero impartiendo carreras diferentes; Reki se había inclinado un poco más por la arquitectura y diseño, esto aprovechando sus habilidades en el dibujo y creatividad; mientras que Langa había optado por un trabajo más educativo, convirtiéndose en maestro de lengua y, junto con Miya, ser un representante skater de Japón.

En cuanto a gastos, tuvieron que repartirlos sabiamente y, por razones obvias, encontrar un trabajo de medio tiempo que les permitiera trabajar y estudiar, con ambos salarios se las arreglaban para pagar la renta del departamento y los gastos extras de servicios y demás.

Su relación había avanzado bastante también. Al principio fue difícil, tener que soportar comentarios y miradas despectivas no eran la mejor manera de pasar el día, pero se amaban demasiado como para dejarse ir el uno al otro solo por terceros entrometidos. Por suerte, con el tiempo eso fue disminuyendo y en parte era porque habían aprendido a manejarlo mejor, sin darles importancia, porque realmente daba igual lo que los demás opinaran, nada cambiaría sus sentimientos.

Con el tiempo les fue más fácil ser expresivos en todo sentido, sobre todo Langa pues era a quien más le costaba ese tema de muestras de afecto. Reki se encargó de enseñarle, con paciencia y tiempo, pero lo consiguió finalmente. Aun así, jamás pudieron llegar al final de nada, enseñar algo así era muy diferente a todo lo demás, y aunque pudieran simplemente dejarlo fluir, tampoco sabían que roles tomar. Personalmente, a ninguno le importaba demasiado, aunque si tenían una leve preferencia, aun así, estaban inseguros y quizá era porque nunca lo habían intentado y no sabían de que forma se sentirían más cómodos, temían que su preferencia chocara con la del otro de una mala manera, y aunque siempre podían resolverlo y quizá intercambiar roles de vez en cuando, seguía habiendo un miedo e inseguridad por parte de ambos, no solo con eso sino con sus cuerpos o sus capacidades para gustarles totalmente al otro.

Pero eso cambiaría o al menos eso tenía planeado Reki.

El pelirrojo ya no podía soportar aquello, simples masturbaciones y sueños húmedos habían dejado de ser suficientes con el tiempo. Y no es que Langa no lo quisiera también, pero el canadiense es menos físico que Reki, su necesidad de tacto es menor, por lo que era manejable hasta cierto punto, pero con Reki no era lo mismo, él necesitaba de contacto físico. Un simple abrazo se sentía mejor que una palabra para él.

Reki lo estuvo pensando mucho, quizá demasiado, pero tenía que proponerlo. Estaba literalmente desesperado, pero necesitaba del consentimiento de Langa para intentarlo. Decidió que, lo mejor era hablarlo directamente, Reki no es bueno dando indirectas y Langa no es bueno captándolas, lo mejor era hablar directamente, como siempre debían hacerlo.

—Langa, ¿Podemos hablar? —Reki se acercó al canadiense, pasando sus brazos por la cintura de este y ocultando su rostro en el espacio entre el cuello y hombro de Langa.

Me gustas -Renga-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora