Babélico

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Al descender de la motocicleta frente a la puerta de mi casa, Ethan nos cubrió a ambos un poco levantando su chaqueta sobre nuestras cabezas. Abrí la puerta exterior de mi casa y me giré hacia él.

—Gracias... de nuevo. —Le dije con una pequeña y corta sonrisa mientras el cielo caía sobre nosotros.

—Entra o vas a enfermarte.

Ethan me miró por unos segundos antes de tomar su motocicleta y cruzar la calle.

Crucé el jardín frontal y entré en casa, todo estaba oscuro, me quité los zapatos y mi delgado suéter en la entrada antes asegurarme de que mi perro no estuviera afuera, pues mi madre puede ser algo distraída cuando se sumerge demasiado en el trabajo.

Subí a mi habitación, entré en la ducha de inmediato y dejé al agua caliente recorrerme por unos minutos para elevar mi temperatura.

«Recordaba este lugar un poco más cálido»

...

Después de un par de horas de estar en cama dando vueltas por el insomnio, decidí bajar a la cocina por un vaso de leche tibia.

—Espero que esto ayude. —Me susurré a mí misma.

*Crujido*

Un sonido del otro lado de la ventana de la cocina obligo a mis sentidos a reaccionar de manera brusca, alcé la mirada al frente y con mi vista periférica pude ver la silueta de una gran criatura... ¿Alada?

Me separé un poco de la barra de la cocina, caminé hacia la estancia familiar de la casa y me acerqué a la chimenea que se mantenía apagada, tomé el atizador de punta de su base y lo escondí un poco bajo la manga larga de mi camiseta.

Regresé sobre mis pasos, todas las luces estaban apagadas y cuando regresaba pude notar sin girar mi cabeza que la silueta ya no se encontraba afuera, cuando estaba por encender las luces exteriores un chirrido detrás de mí me congeló...

—No lo hagas —Susurro una voz.

Estaba girando ligeramente mi cabeza intentando mirar sobre mi hombro cuando sentí un par de manos que, supe, me romperían el cuello; repentinamente todo se tornó oscuro y en un segundo abrí los ojos y me reincorporé temblorosa sobre mi cama, podía sentir el sudor frío recorrer mi espalda.

«No entiendo por qué después de 4 años estas pesadillas me siguen martirizando»

Incluso podría jurar que esas manos no me habían soltado hasta hace unos segundos antes de volver en mí, pues aún tenía esa sensación de presión sobre mi nuca.

Hace mucho tiempo que no tenía un sueño tan vívido, la última vez fue cuando tenía 8 años e incluso me levanté sonámbula, pero mis padres me despertaron delicadamente antes de que saliera dormida a la calle y me regresaron a la cama, los días posteriores a ese incidente mi madre durmió conmigo hasta que nos mudamos una semana después a otra ciudad en una casa en la que la habitación de mis padres estaba junto a la mía.

Pero esta vez fue diferente, aunque ya había escuchado algunas cosas en este tipo de sueños jamás había sido así, nunca había escuchado una frase tan claramente, por lo general eran palabras al azar o frases que no recordaba muy bien al despertar, y esta sensación en la nuca... Probablemente sea producto de mi cerebro que se creó un sueño tan real que asusta, pero todo parecía demasiado tangible y aún con todo mi escepticismo esto logra perturbarme a un nivel casi irracional.

Es increíble el terror que me causa el que mi cerebro pueda llegar a la locura por algo que él mismo crea, pues el pensar en eso me hace disparatar sobre mi estado mental.

...

Al amanecer, me giré sobre mi lado derecho acercándome a la orilla de la cama y dejando caer mi brazo acaricié con las puntas de mis dedos el suelo frío, aquel choque térmico acabó por romper mi sueño y abrí los ojos abruptamente deslumbrándome con los primeros rayos del sol que se asomaba por en medio de algunas estructuras.

El invierno se acerca y con ello Halloween y Navidad. Extraño las fiestas con mis abuelos, mis padres y el hermano de mi madre, el tío Andrew amaba dar regalos, pero el de la abuela siempre era el más especial, él la amaba demasiado y después de su muerte su mundo se derrumbó, terminó alejándose de todos y desde hace años no hemos sabido nada de él, me temo que pueda estar muerto.

Al darme cuenta de que mi ajetreada noche comienza a ponerme sentimental, me levanto de la cama para alistarme e ir a clases. Bajé a la cocina en dónde se encontraba mi madre preparando café y la ayudé a preparar el desayuno mientras ambas nos manteníamos en silencio, lo que al parecer comienza a ser una costumbre.

Al salir de casa levanté la mirada al frente mientras guardaba las llaves en mi mochila, centré la mirada en la motocicleta que se encontraba tirada frente a la casa de Ethan.

«No tiene sentido que la deje tirada afuera teniendo un garaje, pero... recuerdo verlo entrar a su casa con su motocicleta»

Preferí pasar por alto eso pues no me concierne; seguí mi camino y después de unas cuantas clases, durante el descanso estuve leyendo algunos panfletos de clubs escolares.

«Se supone que debo inscribirme en alguno para puntos extras, pero realmente no me interesa ninguno, es decir ¿Jardinería? Amaba pasar las tardes con mi abuela en el invernadero, pero jamás aprendí nada y realmente no me interesa; ajedrez tampoco, mi padre ya me enseñó bastante bien; diseño de modas, no; pintura, no; el equipo de porristas tampoco; música...»

—Éste —Dije para mí misma en voz alta.

Mi abuelo siempre quiso que aprendiera a tocar el piano.

Me apresuré a la oficina principal para inscribirme. Me entregaron una forma, la llené y me dieron el horario en el que tendría estas clases que serían al final del día dos veces por semana.

Al terminar la clase de cálculo acabé agotada mentalmente, pero aún tenía que asistir a la clase extracurricular de música. Al ver a tantos alumnos amontonarse en los pasillos para salir me imagino que somos realmente pocos los que estamos inscritos en los distintos clubs.

Mientras buscaba el salón de música que se encontraba en el penúltimo piso del edificio principal, me encontré con Claire quien desde el otro lado del pasillo agitaba su mano para saludarme mientras yo caminaba en su dirección.

—!Hola! —Me dijo antes de abrazarme cálidamente.

—¡Hola! —Me sorprende este tipo de afecciones, pues recién nos conocemos, pero opto por corresponder a su corto abrazo.

—¿Qué haces aquí? Las clases ya terminaron —Me dice con una gran sonrisa.

—Me inscribí en el club de música ¿Y tú? —Sonríe, pero por alguna razón la siento un poco nerviosa.

—Oh, yo estoy en carpintería.

—¿En serio? Nunca hubiera imaginado que te gustara eso.

—Sí, pero es divertido y solo estamos tres personas en este taller además del profesor y eso ayuda a despejar la mente.

—Espero que el club de música me guste tanto así ¿Nos vemos luego?

—Claro, diviértete.

Subí las escaleras rumbo al penúltimo piso y entré en el salón E6, era bastante amplio y las paredes tenían algunos paneles de espuma acústica que, hasta donde sé ayudan a evitar que el sonido rebote, aunque estaban realmente mal puestos.

Me senté en el banco del piano de cola negro que estaba en el salón, pero un chirrido aparto mi atención de las teclas, ese era el sonido del suelo que sonaba por la fricción que hacían los pasos que se dirigían hacia mí. 

Gracias por leer

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2022 ⏰

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Infinite - Hasta el fin de los tiempos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora