4; sigo aquí

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Sinopsis: porque la guerra le ha quitado demasiado, porque aquello es lo único que le queda.
Donde Toni, Gustabo y Pogo son la misma persona.

》Puede verse como Intenabo o como padre-hijo, todo depende de los ojos del lector.

Advertencia: he sufrido escribiéndolo, así que no pago terapias.

Cuando la llamada ahogada del rubio llega a sus oídos, le mira. Dos grandes ojos acuosos le ruegan que se detenga, mientras manos más pequeñas le rasguñan la muñeca. En ese momento relaja su agarre, porque aunque tenga demasiados motivos como para contarlos para desconfiar de él, cuando sus ojos se clavan en los del rubio, por primera vez desde que llegó a Londres, ve al verdadero Gustabo García.

La mirada atenta de Volkov está clavada en su espalda, lo nota, le quema. Como si su mirada quisiera ordenar a Jack seguir haciendo lo que apenas unos segundos estaba decidido a conseguir -pero tampoco intercede, atento a las decisiones del mayor-. Sin embargo, no lo hace. Sus manos sueltan el cuello del más joven de manera progresiva, como si su cuerpo se estuviera apagando. Su rostro ha quedado en blanco y su mirada sigue clavada en Toni Gambino, mientras este tose con aspereza y lucha por el aire que hace unos segundo carecía.

Casi lo mata. Si Jack Conway hubiese aguantado un par de segundos más, está seguro de poder haberlo matado.

Horacio está alejado de la escena, pero aún observando. Tiene a Carlo Gambino arrodillado frente a él, golpeado y frustrado pero aún así paciente a lo que le pueda suceder a su hermano, sin saber si actuar o no. El rostro de Horacio muestra un deterioro y un dolor que no ha visto en muchos años, lo que provoca que el corazón del pasado superintendente se encoja.

Cuando G̶̶u̶̶s̶̶t̶̶a̶̶b̶̶o Toni recupera el aliento, no levanta la cabeza. Se mantiene arrodillado con postura derrotada, cansado. Sus puños están blancos y su cuerpo empieza a temblar.

—Yo... —su voz suena más grave de lo habitual, aún recuperándose de la fuerte presión que ha recibido su garganta—. Soy Gustabo, ¿vale?

Conway está muy tentado a coger y ejecutar su arma contra él, pero se contiene. Porque el hombre frente a él se ve como Gustabo, pero no lo es y no sabe cómo proceder.

—No sé por qué me pasa esto, joder. Pero soy Toni y también soy Pogo y yo... —su voz está temblando hasta que finalmente se rompe—. Yo no puedo morir... no puedo... no puedo... morir...

Y a diferencia del revuelto de hace apenas unos minutos, ahora se propaga el silencio, con tan solo el llanto del rubio como acompañamiento. Nadie se acerca, nadie se mueve.

—No puedo más... no puedo...

Gustabo se encorva sobre sí mismo, agarrando su cabello y golpeando su sien contra el frío asfalto. Su llanto es tan extraño que se siente irreal y Jack se da cuenta de que jamás ha visto a Gustabo vulnerable -siempre con su sonrisa sarcástica o su sadismo tan similar al suyo-; en esos segundos nada parece real, como si todos aquellos años nunca hubieran sido vividos.

Entonces se arrodilla frente a él, toma sus hombros con fuerza y le abraza. No sabe que es real y que no, pero independientemente de si es Toni o Gustabo, no puede permitir que esa escena prosiga. Porque la guerra le ha quitado demasiado, porque quizá aquello es lo único que le queda.

—Tranquilo... —acaricia su espalda con torpeza y se tensa cuando el menor le devuelve el contacto con brusquedad y necesidad—. Lo resolveremos, ¿vale?

—Lo siento, lo siento... —murmura contra su pecho—. Papu, lo siento, te quiero, te he echado de menos, lo siento, lo siento...

No ha escuchado ese apodo en años y es una ola de nostalgia tan fuerte que el remolino de emociones hacen que sus ojos se empañen. Entonces le devuelve el abrazo con la misma pasión y deja que una hilera de lágrimas caigan, ocultándolas en su agarre con Gustabo.

Después de mucho tiempo, siente que las cosas pueden salir bien.

Incansable; IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora