11; oradores de paz

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Sinopsis: Lo último que escucha es el alarido de Conway al verle caer. Segundos después la paz se cierne sobre él.

》AU! Tonway.

》Gustabo y Toni se reúnen en el más allá.

》He escrito esto según ha terminado el directo, lloro. No he revisado si tiene faltas de ortografía.

Esquiva y golpea de vuelta, un compás de movimientos interminables mientras danzan en sintonía con la lluvia.

-¿Este es el final que querías, Conway? -exclama, mientras acompaña sus movimientos en una furtiva caza por batallar.

Se mantienen así unos minutos, con un Conway enfurecido y un Toni frustrado por las interminables tragedias que se ciernes sobre él; ambos golpeándose e insultándose.

Hasta que todo termina y él es empujado hacia el barranco.

-Toni, no me sueltes el brazo, no me lo sueltes. No me hagas esto, no lo hagas, no te sueltes... -ruega con un desesperado agarre a la mano del contrario.

-Hasta aquí hemos llegado, Conway. Final bonito, ¿no? -bromea-. Piénsalo, aquí los dos, bajo la lluvia. Es un final bonito.

-Hicimos buen equipo los dos, tenemos una oportunidad. No hagas el gilipollas, no te sueltes -ahoga un sollozo. Por primera vez en años, está totalmente desesperado.

-Yo ya no tengo nada por lo que luchar, Conway. Yo estoy acabado -su voz derrotada provoca una oleada de miedo en el mayor-. Cuídate mucho, Conway.

-Toni no te suel.... ¡No! -grita. Grita desesperado como al alarido de un animal torturado. Ve el cuerpo caer, mientras la lluvia incesante retumba en sus oídos, acompañando a los tormentosos pensamientos que le invaden.

Y se deja llevar por la oscuridad. Jacky toma el control una vez más.

A su vez, Toni cae. Y mientras su peso se deja llevar por la gravedad, planta una sonrisa en su rostro, sintiéndose en paz por primera vez en años. Cierra sus ojos y permite que la muerte llegue a él. No obstante, según llega la oscuridad, un brote de luz destellea frente a él hasta expandirse por todo su alrededor, y sin pretextos una calidez se adhiere en torno a él.

-¿Qué...? -murmura. Entrecierra los ojos ante la incansable luz que le golpea-. ¿Qué cojones...?

Cuando sus ojos se acostumbran a la luz que le rodea, lo primero que distingue es una extensión ilimitada de pasto. Varios minutos después lo ve a él; Gustabo García se planta frente suyo con todo su esplendor y descaro.

-¿Gustabo... García? -lo ve asentir eufórico-. ¿Esto qué es? ¿El cielo?

-No estoy muy seguro de lo qué es, la verdad -se encoje de hombros-. Pero sí, supongo que lo podemos llamar así.

-Pero... ¿y qué hago aquí? No merezco estar en este lugar -confiesa.

-Si estás aquí es por algo, ¿no crees? -ríe con todo su cuerpo y ve brillas sus ojos azules. En retrospectiva, es un hombre totalmente diferente al que conoció en aquella colina-. Tú me salvaste, Toni Gambino. Eso ya dice mucho de ti.

Incansable; IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora