9; cuidarte.

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Sinopsis: tras un accidente de coche en una persecución, Gustabo sale herido y Conway tiene un claro favoritismo que se niega a reconocer.

》AU! Intenabo.

》Sin lazos sanguíneos (es obvio, ni si quiera sé por qué lo aclaro).

》Adoro a Conway siendo más flexible y dulce con Gus, perdón.

Si le insisten demasiado, Gustabo puede llegar a admitir a regañadientes que ese accidente fue claramente su culpa. No obstante, mientras su orgullo perdure y tenga fuerzas físicas para oponerse, seguirá negándolo con fervor y con la fiera convicción que le caracteriza. Porque él conduce excepcional.

Así que sí, estrellarse contra un semáforo en plena persecución fue, ante todo pronóstico, un daño colateral generado por los fugitivos –según Gustabo, claro está–. El rubio es quien conducía y su copiloto, Horacio, estaba actualmente inconsciente después de haber salido despedido por la luna del coche.

Por primera vez, fue el rubio quien llevaba el cinturón.

Todo lo acontecido nos lleva a la sala de urgencias del hospital, donde ahora el joven es atendido por uno de los enfermeros después de haber sido reanimado y curado en su mayor parte por el doctor. No es muy consciente de cuanto tiempo lleva en aquel lugar, sin embargo deben haber pasado unas cuatro o cinco horas como para que el superintendente –de cuerpo presente–, se preocupe por él.

No está muy seguro de quien se ve más sorprendido por la repentina aparición de Jack Conway, si el joven enfermero o él mismo.

—¿Conway? —la exclamación termina siendo más aguda de lo que le gustaría admitir, aunque no tiene demasiado tiempo para darle varias vueltas, porque en menos de un segundo el agente frente a él alza una de sus manos y cae en su frente—. ¿Qué haces?

El rostro del mayor está estático como de costumbre y sus gafas de sol no ayudan en nada para descifrar sus intenciones.

—¿Qué coño te ha pasado? —gruñe mientras retrocede varios pasos y golpea con una mirada al enfermero, el gesto se ve en un claro:

"Habla antes de que te haga hablar, puto inútil"

—Eh... —el castaño se ve abrumado ante la situación—. Él ha venido hace unas horas... un accidente de tráfico, tiene un esguince y varias costillas fracturadas. La rojez en su rostro se debe a un leve golpe de calor.

—Bien —asiente—. ¿Ya puede salir de este sitio de mierda?

—N-No, debo de terminar de curarle las heridas más superficiales, pueden infectarse —su voz tiembla, pero sus manos son firmes y precisas cuando se levantan una vez más para continuar con su trabajo.

El superintendente se mantiene a sus espaldas, observando cada movimiento sobre el rostro del rubio. Minutos después recibe una alerta y se aleja para contestarla.

—¡Eh! —se aparta en un ágil movimiento cuando se siente demasiado abrumado por el tacto, el dolor y el escozor de sus heridas—. Como escuece, coño. Yo me voy ya, estoy impoluto; listo para irme de juerga otra vez.

Se levanta en un movimiento rápido y el mundo se tambalea ligeramente.

—Señor García, no le recomendaría ir tan deprisa, aún debe sentirse algo sedado por los medicamentos —el enfermero le ha tomado del antebrazo mientras evita que avance más.

Incansable; IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora