Prólogo

60.6K 2.5K 35
                                    

Es increíble como la vida puede ser tan cabrona de darte un mínimo de falsa felicidad para después arrebatártelo sin avisos ni miramientos, era feliz, o eso pretendía ser, me levantaba cada mañana pensando que tenia todo lo que necesitaba, un marido guapo y multimillonario, una penthouse en pleno centro de Nueva York, ama de llaves, mayordomo y choferes que podían llevarme donde yo quisiese, pero todo lo material no fue lo que me llevó a enamorarme de mi marido, Derek Black, iba mucho más allá de todo eso, era su forma de ser, la forma en que a veces me miraba, no sabría explicarlo con exactitud, pero lograba que mi personalidad agresiva e imponente se transformase a una mucho más pasiva, tranquila y relajada, pero pronto todo cambiaría para ambos.

El día de nuestro aniversario decidí darle un sorpresa, iba a regalarle una pequeña tarta que me esmeré en preparar, para ello necesitaría las velas que el guarda en el cajón del escritorio de su despacho, me sorprendí al ver el testamento de su difunto tío, en lo que a mi respecta, la relación que tiene con su familia no es muy estrecha como me gustaría, mi corazón detuvo sus latidos  al leer el documento, Derek es heredero de una grandísima fortuna, pero dado su historial, su tío pone la condición que a menos que no contraiga matrimonio, no podrá hacer uso de dicha herencia, aun a pesar de haber leído toda esa parrafada varías veces, me negaba a creer que Derek fuera capaz de hacerme algo parecido, me negaba a creer que eso tuviese que ver algo con nosotros, lo nuestro era amor ¿cierto?.

Aun más decidida que nunca, fui a su trabajo en busca de la verdad, de una verdad que sabía que me destrozaría, mas necesitaba saber, saber que estos tres años de casados no fueron mentira, que yo no había perdido mi tiempo con el para nada, necesitaba estar tranquila, vivir confiada en su amor.

Al llegar a su empresa ignoré los avisos de su secretaria, estaba en medio de una reunión, no podía importarme lo más mínimo, a medida que me iba acercando se podía escuchar voces al otro lado de la puerta, voces que logré identificar casi al instante, Derek y John, el que me presento como su amigo más allegado, pero ahora que leí el testamento se que ese bastardo solo era el abogado de su tío, además de nuestro padrino de bodas, patético.

— piensas decirle la verdad a Alex? — pregunta John con diversión tiñendo su rasposa voz.

Pego la frente a la pesada y mi corazón literalmente se rompe en millones de pedazos al escuchar las palabras de mi marido, dolía horrores.

— no me hubiera casado con ella en ese entonces de no ser por el estúpido testamento— suelta un bufido como si aquello realmente le molestase — cuando todo esto acabe, asegúrate que no intente sacar tajada de nada — ordena con su habitual frialdad.

Tengo que admitir que a cada palabra que salía por su venenosa boca, mi enfado crecía peligrosamente, el puede decir muchas cosas, pero lo que no voy a permitir es que me tome por interesada, de un empujón abro la puerta de par en par, su despacho es amplio y luminoso, pero no me permito admirarlo como muchas otras veces, me centro en mantener la vista pegada en ese par de idiotas, John tiene la decencia de lucir casi horrorizado, Derek por el contrario, no tiene la decencia de lucir si quieras arrepentido, no esperaba menos de el, vestido con su traje de tres piezas azul marino, hecho a medida y sin ninguna arruga, traje que esta mañana me moleste en planchar meticulosamente, cabello castaño estratégicamente despeinado, mandíbula cuadrada, labios delgados perfilados, perfectamente afeitado, sus ojos, son tan azules como el cielo más despejado, su mirada de hielo por un momento casi me hace olvidar el motivo por el cual irrumpí de esa forma.

— quiero el divorcio— hablo con voz fuerte y confiada

Enarca ambas cejas como si estuviese diciendo... " ¿estas de broma? Ambos sabemos que me amas y no puedes dejarme", ladeo la cabeza esperando que diga algo más que la oración no dicha, como no lo hace, decido tomar las riendas de la situación, con tranquilidad me acerco a ellos, saco el testamento de mi bolso y lo dejo caer sobre el escritorio, a vista de ambos hombres, si es que se les puede llamar así, Derek no parece sorprendido, aunque claro, siempre a sido bueno ocultando sus emociones y eso no hace más que confirmarme todos mis temores.

– puedes quedarte con todo – hablo con la mirada fija en mi marido — por cierto, feliz aniversario "mi amor" la ultima frase lo digo con sarcasmo.

No espero una respuesta, no la necesito, no necesito siquiera su aprobación, acaba de perderme, sin más giro sobre mis talones y salgo dando un fuerte portazo, declarando así mi furia en su contra, su secretaria en respuesta da un respingo asustada. Con la frente en alto y el corazón hecho pedazos, me voy sin mirar atrás, sintiendo como lo dejo todo, sola otra vez.

Amor después del divorcio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora