Capítulo 12

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Debí haberle hecho caso a mi cabeza, alejarme de él desde el principio debió haber sido mi prioridad, jugué con fuego y terminé quemándome, es por eso que ahora lo echo de menos incluso más que antes, esa tristeza y soledad vuelve a mi como un tsunami que amenaza con destruir todo a su paso, el clima parecía acompañarme como un fiel compañero, las nubes oscuras augurian lluvia en pleno agosto.

Después de una ducha decido nuevamente perderme entre las calles de las ciudad, optó esta vez por algo más casual que un vestido corto, pantalón de pitillo negro, camiseta de tirantes, zapatillas Nike y chaqueta de cuero del mismo color, todo mi atuendo era de color negro. Conduzco por las calles sin rumbo fijo, pero a juzgar por las calles que mi subconsciente me obliga a tomar, sé donde debería ir. Aparco el coche en el pequeño parking de esa gran propiedad, observo a mi alrededor, no hay nadie el sitio está vacío a excepción de alguna que otra persona que con lágrimas en los ojos dejan ramos de flores sobre la tumba de sus familiares, en el fondo identifico el nicho familiar, se que lo es pues en la entrada hay dos estatuas de ángeles que parecían custodiar el interior, de pronto una mujer sale del nicho, más no es cualquier mujer, Elizabeth Bennet seca una "lagrima" con tristeza, casi me da risa.

— ¿Que haces aquí? — pregunto sin molestarme en oculta mi desagrado.

Sorprendida se voltea a verme, viste con un recatado vestido blanco, tacones de aguja y una bonita chaqueta azul marino.

—yo solo- yo quería verlo — responde con cautela.

— Llegas seis años tarde ¿No crees?— gruño molesta, a mi no me engaña — ahora lo único que queda de él son huesos sin valor alguno.

— Alex, siento mucho haberme marchado aque...

— por supuesto que lo sientes — le interrumpo con una sonrisa — después de que te fuiste todo empezó a ir mejor, mi padre recuperó lo prohibido e incluso hizo más dinero de lo esperado, perder ésos lujos debió de ser muy duro para ti — hablo con con fingida tristeza.

Sé perfectamente de lo que ella se arrepiente, también se porqué está aquí, por supuesto darle lo que quieres no está en mis quehaceres, voy a hacer que se arrepienta de haber vuelto.

— ¿Podríamos dejar el pasado atrás, por favor?— dice ateriéndose a sonar molesta.

Yo ya no aguanto más y suelto una sonora carcajada, es el mejor chiste que alguien alguna vez me ha contado.

— ¿Cuanto necesitas?— pregunto cuando dejo de reír.

El rostro de Elizabeth es de completa confusión, no debería, ella debería de estar acostumbrada a esto, pedir, pedir y pedir.

— ¿Un millón? ¿Cinco, quizás?— pregunto cruzándome de brazos.

Sorprendida y tal vez un poco indignada me mira con los ojos abiertos como platos, tal vez no se esperaba que le dijera eso, ofrecerle dinero para que vuelva a desaparecer no entraba en mis planes pero por causa de los últimos acontecimientos me veo en la obligación de intentar arreglarlo de la única forma que ella entiende, dinero.

— Piénsalo, ya sabes dónde encontrarme.

Dicho eso doy media vuelta y vuelvo por donde he venido, si bien de hacerme de ella es primordial, no voy a hacerlo frente a la tumba de mi padre y mis abuelos, ella y yo encontraremos el momento, lo sé.

Amor después del divorcio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora