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Aquel ataque electrico que sorprendió a los dos chicos e impidió que aquel pelirrojo se le siguiera acercando a Gou, impacto en una roca.

La distracción fue perfecta para que Goh escape de esa incómoda situación.

Corrió lo más rápido que sus pies le permitan. Al llegar al centro Pokémon corrió directo a la habitación que compartía con Ash.

Notó que el joven entrenador de Pikachu no se encontraba en el interior de la habitación.

Se acostó en su cama mientras pensaba en la situación ocurrida en el bosque con aquel desconocido chico, hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse y terminar cayendo en los brazos de Morfeo.

Mientras que en el mismo bosque cierto jovencito estaba tratando de controlar un sentimiento que era nuevo para él, los celos.

Pikachu miraba preocupado a su entrenador, podía sentir ese fuerte sentimiento Brotar del cuerpo del chico, claro que el Pokémon eléctrico tampoco entendía nada de lo que pasaba.

—E ridículo, él y yo somos amigos— Se dcía asi mismo una y otra vez.

Pero deseaba que fueran algo más que amigos. Ambos lo deseaban.

La noche llegó en la región Sinnoh, y los huéspedes del centro Pokémon estaban ya en el comedor, a excepción de dos chicos.

El primero seguía durmiendo en su habitación y el otro apenas llegaba al centro Pokémon.

—Ash, ¿Dónde andabas?— Dawn venía saliendo de la habitación que ocupa en el centro Pokémon.

—Estaba entrenando en el bosque— Claramente no mintió del todo.

—De acuerdo, May y yo te esperamos a ti y Goh en el comedor— Se despidió y siguió su camino.

El joven de Pueblo Paleta ingresó a su habitación encontrándose con el chico de ojos azules, durmiendo plácidamente.

Se acercó lentamente.

—Goh, despierta— Removió un poco el cuerpo de su amigo. Claramente no funcionó. —¡Goh!—

El mencionado comenzaba a despertar con dificultad, sus párpados trataban de acostumbrarse a la luz de la habitación.

—¿Ash? ¿Dónde estaba?—  Artículo las preguntas con una somnolienta voz.

—Ehm...entrenando— Mintió. —Las chicas nos esperan en el comedor—

Pesadamente, Goh se levantó de la cama.

Se disponía a salir de la recamara, pero se percató que su compañero quedó mirando a la nada.

—¿Ocurre algo?— Preguntó bdesde el portón.

Hubo un momento de silencio, creyó que no le respondería y se dio la vuelta, pero paró en seco al sábado escuchar lo que pronunciaron los labios ajenos.

¿A ti te gusta alguien?


Está vez no vengo ninguna justificación a mi larga ausencia, pero voy a tratar de actualizar más seguido y poder darle un final a esta historia. ¡Ojo! No estoy prometiendo nada.

¡Nos vemos en una próxima actualización!

Tu Carta, Tu CulpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora