–Tranquilidad, calma, oscuridad... y su voz. La oía hablar y me tranquilizaba. ¿Cuánto tiempo he estado así? ¿Minutos, días, años...? Después de mucho tiempo, por fin puedo abrir los ojos.
–¿Por qué lloras? –dijo Threir tumbado en medio del bosque mientras una joven alta elfa, visiblemente exhausta y herida, lloraba apoyada sobre su pecho.
La alta elfa dejó de llorar al instante. Tras un segundo de silencio se alejó rápidamente de Threir y se puso en guardia con una espada roñosa.
–¿Ha funcionado? ¿Estás vivo? –dijo la elfa cautelosa mientras se acercaba de nuevo a Threir.
Threir, extremadamente sorprendido, arqueó una ceja y trató de levantarse sin éxito, cayendo al suelo de nuevo. Su cuerpo estaba extremadamente entumecido. Extrañado, empezó a mirar a su alrededor con expresión de dolor en el rostro. No era capaz de reconocer el lugar y mucho menos a la joven.
–Es curioso pensarlo... Mi primer recuerdo en este mundo es tenerla encima de mi pecho llorando. –Pensaba Threir, mostrando seriedad con su rostro, mientras terminaba de colocarse su nueva, reluciente y pesada armadura.
–Gracias, herrero. –dijo mientras inclinaba la cabeza levemente y partió hacia la biblioteca a paso ligero.
Una noche tranquila en Forjaz. La gnoma bibliotecaria miraba un reloj de arena con expresión de cansancio absoluto. Sus grandes ojos a duras penas podían mantenerse abiertos. De repente se escuchó una mesa ser arrastrada con fuerza y rapidez. Sorprendida, abandonó su puesto en la mesa de recepción para revisar el origen del sonido.
Daeiana, asustada, se puso en guardia mientras tomaba distancia del enano encapuchado de un salto. Los ojos del enano se iluminaron de color dorado, su cuerpo se iluminó brevemente e hizo un destello de luz. Threir y Daeiana quedaron cegados por semejante resplandor. El enano sacó una maza dorada y trató de golpear a Threir. Él, con los ojos entreabiertos, desvió levemente el ataque con su espada, impactando la maza contra el suelo. Los pequeños relojes de arena, situados en las mesas cercanas, explotaron llenando el suelo de arena. La arena empezó a flotar alrededor de Threir y del enano, girando en sentido antihorario a bastante velocidad. Poco a poco, la arena se ralentizaba y lentamente los cuerpos dentro del área que formaba se movían cada vez más despacio hasta prácticamente congelarse.
–Estoy paralizado. ¿Cómo? –pensó Threir mientras miraba a su alrededor moviendo lentamente los ojos.
El cuerpo del enano empezó a convertirse en ceniza, incluyendo su ropa, mientras Daeiana trataba de observar de lejos frotándose los ojos.
–Silencio en la biblioteca. –Dijo la gnoma con un tono amenazante mientras aparecía caminando detrás de Daeiana.
Dirigieron su mirada hacia el el Enano. Éste se había convertido en ceniza. La gnoma chasqueó los dedos y la arena cayó al suelo. Threir, anonadado, se levantó y guardó la espada. Se acercó a la ceniza sorprendido y se agachó para tocarla.
–¿Qué es esto...? –dijo Threir mientras tocaba la ceniza, mirándola fijamente.
La gnoma se acercó a Daeiana. Podía notarse preocupación y seriedad en su rostro.
–Creo que me debéis una explicación, amigos...
–Nos gustaría poder dártela... –dijo Threir mientras observaba la ceniza. –Pero no sabemos nada.
La gnoma dirigió su mirada hacia las cenizas. Tras unos segundos, levantó la mirada y empezó a caminar hacia su mesa.
–Quisiera alquilar algunos libros. –Dijo Daeiana mientras seguía a la gnoma.
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Warcraft: Daeiana
FantasyDaeiana, una alta elfa criada entre humanos en Ventormenta, busca desesperadamente el conocimiento mágico para revivir a sus padres adoptivos, a quienes vio morir de niña en un trágico incendio. Tras unos años es forzada a detener su aprendizaje en...