Capítulo 4: Verde como el jade

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Oscuras nubes cubren el paisaje poco visible desde un camino montañoso. Pequeños y ligeros copos de nieve adornan el ambiente algo oscurecido. Daeiana y Threir caminan a paso ligero por un camino montaña arriba.

–Es complicado saber cuanto tiempo de sol queda con estas nubes... –comentó Daeiana mientras miraba hacia el cielo cubriéndose ligeramente los ojos con una mano. –¿Qué tal si descansamos un momento?

Daeiana se sentó en un recoveco cerca del camino, dejó la mochila a su lado izquierdo y se quitó la capucha mientras se cubría un poco con la capa.

–Ojalá saber manejar la magia de fuego. Podría encender una fogata sin mucho problema –dijo mientras soltaba una risita ligera.

–¿También puedes manipular el fuego? –preguntó Threir sorprendido mientras se sentaba cerca.

–Todo el mundo con conocimientos mágicos puede manipular casi todos los elementos. La facilidad con la que lo moldeas dependerá del tipo de maná que corra por tus venas.

–Interesante. –dijo Threir mientras se inclinaba hacia atrás pensativo.

–Creo que mi maná es de tipo naturaleza. Por esto se me hace más o menos sencillo usar magia natural aunque creo que los años de experiencia como curandera donde los druidas tienen más importancia. –dijo Daeiana mientras movía la mano izquierda apuntando a unas hojas que reaccionaban a sus movimientos. –Los demás elementos puedo absorberlos de alguna superficie mágica y manipularlo ligeramente.

Threir, sorprendido, observó su espada.

–¿Entonces podrías absorber el hielo de las runas de mi espada y usarlo? –preguntó Threir.

Daeiana acercó la mano a la espada. Un aura de color azul cielo salía de las runas lentamente rodeando la mano de la alta elfa hasta absorberse en la piel. Daeiana cerró los ojos y el puño para segundos después abrirlo velozmente. Un trozo de hielo ligeramente puntiagudo salió de la palma de su mano.

–Impresionante. –dijo Threir mientras miraba asombrado el trozo de hielo.

–Me halagas. –respondió Daeiana mientras reía tímidamente. –Es de mis primeras veces con magia de hielo... No mucho más podría hacer. –dijo mientras desprendía el trozo de hielo de su mano.

–Razón de más para creer que es impresionante. ¡Con algo de práctica podrías desarrollar cualquier tipo de magia! –exclamó Threir.

–Uhm... No creo que sea para tanto... Mi raza está directamente asociada con la magia, creo que es lo común... –respondió sorprendida.

–No te subestimes. –dijo Threir mientras se levantaba. –¿Seguimos? Todavía queda un largo trecho para llegar a Ventormenta. –dijo mientras ofrecía su mano.

–Sí, sigamos caminando. –afirmó Daeiana mientras tomaba la mano de su compañero para levantarse.

Después de recoger sus mochilas retomaron el camino hasta llegar el ocaso. El viento soplaba con más fuerza a medida que pasaba el tiempo y la nieve caía con más intensidad.

–¡Veo luces! –exclamó Daeiana señalando con la mano, aligerando el paso. –¡Son farolas! Hay un pueblo justo ahí.

Un pueblo pequeño situado a la ladera de una montaña. Casi todas las construcciones hechas de piedra y madera por fuera, farolas de piedra tallada y caminos prácticamente cubiertos en su totalidad por la nieve. La pareja de elfos fue directa a la posada más cercana para conseguir hospedaje y acto seguido acudieron a la taberna ubicada justo al lado. El ambiente lúgubre del exterior de la taberna se rompió por completo en el momento en el que Threir abrió la puerta. Una taberna enorme con un ambiente especialmente cálido, un grupo de bardos tocando, mucha gente de muchas razas distintas dividida entre todas las mesas alrededor de un escenario.

Warcraft: DaeianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora