Capítulo 22: Vestidito rojo

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Por fin me decidí a ir a esa dichosa discoteca dónde mis amigas me rogaban que fuera. Si voy a empezar a trabajar en mí pues creo que este es un buen comienzo, para divertirme y olvidarme de todo por unas cuantas horas. Y también me atreví a vestirme un poquito más revelador con un vestido rojo muy ajustado y por la altura de mis muslos y por último con unas zapatillas de tiras. La verdad es que no me reconozco pero maldición mi cuerpo realmente se ve voluptuoso, simplemente agradecer a quién hizo está pieza.

Salgo de mi departamento de prisa porque ya voy tardísimo pero dejo mi andar cuando veo a Eduardo fuera del edificio y caminando hacia dónde mí. ¿Qué hace él aquí?

Su mirada recorre todo mi cuerpo sin ningún pudor, tome largas respiraciones cuando aquél hombre delante de mí se mordió el labio inferior y pasó uno de sus dedos por la comisura de su boca. Eduardo hacía que se me nublara la mente por completo.

Él respira profundo y me mira confuso.

—¿Vas de salida?—pregunta con ambas manos en los bolsillos.

Era obvio no, o me vestía así para quedarme en mi casa contando las estrellas.

—Si...—respondí dejando a un lado mis pensamientos sarcásticos que en este momento estaban de más.

Eduardo camina despacio hacia mí y nuestros rostros quedaron a un metro de distancia. Ahora soy yo la que mordí mi labio inferior sin poder evitarlo, era una manía, una que salía a flote cada vez que mi jefe estaba tan cerca de mí.

El hombre frente a mí era ese deseo que crecía en mi interior y que de alguna manera estaba a punto de estallar cómo un volcán en erupción.

—¿Y por qué vas vestida así?—vuelve y pregunta. Y por primera vez mirándome a los ojos—. ¿No crees que es muy descubierto y para salir de noche?—cuestionó realmente inquieto y pasando sus manos por su cabello.

—Hago lo que me dijiste y estoy confiando más en mi—expliqué mirándolo a los ojos y no sé porque está incómodo.

Me da la espalda y nuevamente sus manos van a los bolsillos de su pantalón. Yo no entiendo nada, ahora el complicado es él.

—¿Acaso no te gusta...?—me atreví a preguntarle poniéndome delante de él.

Me recorrió con su mirada y una sonrisa sarcástica adornó su rostro. Me aclaro la garganta, sin embargo mis ojos se niegan a apartarse de él. Algo que tiene Eduardo es que su presencia es tan magnética y eso me encanta.

—Pero que pregunta mujer si no ves que no puedo dejar de mirarte—reveló echándole un vistazo a mi pequeño escote.

Él me atrae hasta su cuerpo y pasa su mano por mi cintura, su rostro va hacia mi cuello y respira mi aroma de vainilla.

—Estoy pensando seriamente en no dejarte ir—agregó con una enorme sonrisa en su rostro—. Tengo deseo de pasar toda la noche contigo mi amor—reveló alargando la palabra toda y eso me dejó más nerviosa de lo normal, es que lo dijo de una forma tan sensual que mi imaginación voló.

Su voz ronca me eriza la piel y sobresaltada mis sentidos con aquello que acaba de decir.

—Porque mejor no me acompañas—expresé pasando mis manos por su cuello.

—Si no me lo pedías tú lo iba hacer yo— responde para guiarme dentro del coche—. Además no iba a dejarte sola con ese vestidito que créeme no deja mucho a la imaginación— confiesa y pone en marcha el auto para dirigirnos a dónde se encuentran mis queridas amigas.

(...)

Llegamos a la discoteca no hace poco y la cara de Eduardo es un poema ni decir lo incómodo que está.

—Relájate...—susurré en su oído para que nadie lo escuchará.

—Cómo quieres que me relajé si ninguno de estos tipejos te quita la mirada de encima ¿Ha?—me pregunta colocando su mano en mi cintura y atrayéndome más a su cuerpo.

Observo a nuestro alrededor y la verdad no veo nada inusual para que él esté así. Es un exagerado total.

—Debí no dejarte salir de tú departamento—agregó muy serio y no pude evitar una sonrisa en mi rostro.

Es que se ve tan dominante celoso, voy a sus labios y le doy un pequeño beso para tranquilizar a la fiera que tengo al lado mío.

—Sólo ignóralos mi amor—dije bebiendo de mi trago y bailando al son de la música con mis amigas.

Eduardo levanta una de sus cejas y puedo observar un índice de su sonrisa ¿Y ahora que dije? Les digo que este señor es bipolar.

—¿Qué...?—le pregunté atenta.

—Es la primera vez que me llamas mi amor y se escuchó jodidamente sexy—dijo y se relamió sus labios, me tuve que controlar para no ir por ellos y dejarle bien en claro cuánto me gusta.

Paso la saliva que apenas se forma con dificultad y mis labios luchan por emitir alguna acción.

¡Dios, me vuelve loca!

Para tratar de controlarme voy al baño con una de mis amigas pero en el camino hacia allí alguien toma de mi brazo y me hace verlo.

—¿Vanesa...?—escucho que dicen alto y cuando logro ver quién es abro los ojos de par en par.

—Ja... ¿Javier?—logré decir.

Miro a mi jefe que deja el vip dónde estábamos para acercarse a pasos rápidos dónde mí.

—¿Pasa algo cielo?—pregunta mirando mi brazo el cuál Javier no ha soltado aún.

—No, no pasa nada—respondí con una sonrisa para tratar de calmar a Eduardo.

—¿Puedes soltar el brazo de mi mujer?—pregunta mi jefe con los ojos llenos de furia—. ¿Y se puede saber quién eres?—nuevamente preguntó.

—Soy el ex de la Voluptuosa—confiesa Javier sin dejar de mirarme.

Y la troya que se va armar aquí es fuerte. Porque Eduardo mira a Javier con demasiado enojo y su respiración se ha acelerado bastante. Que tensión cuando uno encuentra a esos ex.

Eduardo toma de mi brazo y me saca de la discoteca sin yo decir nada. Buscan su coche y nos montamos con evidente tensión entre los dos. Ni dejo que me despidiera de mis amistades.

—Cuando lleguemos a mi casa me explicarás por qué ese te llama Voluptuosa—expuso dándome una leve vista—. Y no te preocupes que tampoco ese vestido como que te durará mucho—murmuró y siguió conduciendo.

Santo socorro pero de qué está hecho este hombre. Deduzco que la noche para nosotros será muy larga y llena de mucho sudor, gemidos y placer.

Otro Capítulo más, comenten aquí debajo que les encanta de la historia.

Empiezo yo: A mi me encanta que Vanesa siempre está empoderada y no se deja de NADIE

 

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Soy Voluptuosa ¿Y qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora