Capítulo 21: Deseosa

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Llegó el día siguiente y estoy en mi oficina bastante nerviosa. No pegue los ojos en toda la noche de sólo pensar en lo que Eduardo me dijo. Y todavía ni me he aparecido en su oficina cómo todas las mañanas con su café, es más prefiero que Marleny se lo lleve hoy porque no lo quiero ni ver.

Tocan la puerta y mi modo alarmante sale a flote, miro para todos los lados viendo dónde me esconderé. Con lo enojado que estaba mi jefe ayer estoy segurísima que hoy está hasta más.

—¿Puedo pasar?—escucho que dice Karen tocando otra vez la puerta.

Gracias a Dios que es ella.

—Sí, pasa por favor—respondo y viendo cómo ella entra al interior de mi oficina.

—Aquí te dejo algunos diseños y colores que serían útil para CaféVane—explica y los deja en mi escritorio—. Todos los hicieron las hermanas de Eduardo. Deberías escoger el que va más acordé con el tema y el eslogan—comentó.

—Está bien, ahora mismo me pongo a trabajar en eso—expresé observando cada diseño y la verdad es que todos son muy lindos, será difícil sólo escoger uno.

Ella sale de mi oficina y yo voy por un café a la cafetería de la empresa, observo que la oficina de Eduardo está cerrada y camino con pasos rápidos sin mirar atrás. Ahora sería el colmo de encontrarlo en los pasillos.

Entro a la cafetería y directamente pido mi café para esperarlo con un poco de impaciencia.

—Yo también quiero un café, igual que la señorita por favor—comentó el hombre que está al lado mío y para mi mala suerte es Eduardo que ni me mira.

Volteo mi vista para el otro lado y mis nervios aumentan cada vez más.

—Sabía que la iba a encontrar aquí— murmuró mirando hacia el frente viendo cómo la chica prepara las dos órdenes—. ¿Me está evitando?—pregunta ahora sí poniendo toda su atención en mí.

—No, no lo hago—logro decir rápidamente.

Eduardo se acerca más a mí y ocasiona que nuestros cuerpos se rocen. ¿Pero qué hace?

—No crea que se me ha olvidado lo que hablamos—susurra pasando una de sus manos por mi espalda baja.

Reacciono rápido y la quito de mi cintura para luego darle una mala mirada.

—En su oficina en un minuto—murmura y sale de la cafetería.

La joven viene con mi café y salgo de allí justo cómo mi jefe me dice. Lo menos que quiero es que él se molesté porque cuando lo hace es una fiera. Entro a mi oficina y observo a mi querido jefe al lado de mi escritorio con sólo su camisa y tres botones desabrochados. Pero que sensual.

Él camina despacio hacia dónde mí y con una mano cierra la puerta con seguro.

—¿Por qué no me llevaste mi café desde que pisaste la empresa?—es la primera pregunta que me hace desde que estamos aquí metidos.

—Estaba ocupada y se me había olvidado—respondí mirando mis hermosas zapatillas que hoy más que nunca me las encuentro más lindas.

Mi jefe levanta mi rostro y ocasiona que ambos nos quedemos mirándonos el uno al otro. ¡Cómo me gusta este hombre! Su mirada va a mis labios y luego a mis ojos.

—A mí no Vanesa, a mí no me puedes mentir—susurró acorralándome contra la pared y su cuerpo—. ¿Crees que no me entero de nada?—preguntó pasando sus dedos por mi cuello.

—Entonces para que me preguntas si ya sabes lo que diré—me atreví a decirle en un hilo de voz, sus caricias hacen que me vuelva completamente loca.

Eduardo voltea mi cuerpo contra la puerta y ocasiona que pueda sentir su masculinidad en mi trasero, ahogó un gemido cuando una de sus manos chocan esa zona allí. La tensión entre nosotros es inevitable y mi corazón está a punto de salirse de mi pecho por lo que mi jefe ocasiona en mi cuerpo y mente. Repitió de nuevo la segunda nalgada y aguanté la respiración por varios segundos ¡Maldición! Aquello me gustaba, me gustaba joder sentir su respiración en mi cuello, su cuerpo muy pegado al mío y sus manos haciendo maravilla.

—Quiero que te quede claro una cosa... No vuelvas a sentirte insegura de tú cuerpo ¿Me escuchaste?—pregunta con su voz más ronca de lo normal y su respiración muy rápida.

Podía sentir su firmeza y eso me enloquecía de alguna manera, Eduardo sacaba mis pensamientos más oscuros y eso me estaba volviendo loca. Cerré los ojos cuando sus manos rodean mi cintura sin ningún cuidado. Y es que me tenía a sus pies con sólo sus caricias. Dejé de pensar cuando recibí otra nalgada muy fuerte y evité gemir pero por todos los cielos me enloquecía esa parte de Eduardo.

—Cariño no has respondido—agregó para colocar una de sus manos en mi cabello y haciendo que lo miré—. Quiero escuchar que vas a tener más confianza en ti—dijo ahora agarrando uno de mis pechos por debajo de mi blusa.

Pasó su lengua por mi oreja y me estremecí. Cómo quería que le responda cuando está haciendo magia con su boca y manos, cada movimiento que hace me pierdo en esas deliciosas sensaciones.

Él me voltea para mirarlo frente a frente y tomo entre sus dientes mi labio inferior para finalmente besar mis labios enredando su lengua con la mía, nuestros besos se hicieron más profundos y ya no puedo aguantar más. Quiero hacerlo aquí y ahora.

Nos separamos y di gracias a Dios que Eduardo no me soltó porque sentí cómo mis piernas perdían sus fuerzas. Pero por Dios, que intensidad.

—Vanesa estás empezando a enloquecerme ¿Sabías?—inquirió besando mi cuello—. Y te voy a dejar con las malditas ganas aunque eso me afecte a mí también—reveló.

¡No! No puede hacer eso. Mira que me enciende para después no apagar las llamas.

—Eduardo...—suplique para que no saliera de esta oficina—. Por favor—volví a suplicar pero mi jefe toma el pomo de la puerta, quita el seguro y se marcha dejándome deseosa.

Ese lo que es un insensible. Y joder cómo me gusta.

Este capítulo correspondía al del miércoles ya que no lo subí, y lo siento por eso

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Este capítulo correspondía al del miércoles ya que no lo subí, y lo siento por eso. ¿Desde donde nos leemos? No olviden compartir la historia y comentar. 


Soy Voluptuosa ¿Y qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora