Silence, así la llamaba todo el que la conocía, su madre y hermanas la odiaban desde que tenía uso de razón, ¿ Porqué?. No lo sabía.
Tratada como la sirvienta, huérfana y muda se preguntaba una y otra vez por qué es madre la había dejado abandonada...
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Nina sonriente alistaba ella misma los baúles, no cabía de la dicha, por fin conocería a sus abuelos y a su hermano.
– Estoy feliz, en un par de días partiremos a Ashburg.
– En realidad quiere regresar a ese condado?– Nina con brillo en los ojos asintío.
– Sí, estoy más que segura.
Sonrió.
– Y su casamiento con el duque?– la sonrisa se esfumó de sus labios.
– Si en verdad me ama ira hasta Ashburg por mí, sino que busque otra duquesa.
Antia sonrió, al fin su niña estaba segura de si misma.
Tres toques en la puerta atrajeron su atención.
– Quién será?– dijo mirando a Antia, quien camino hacia la puerta para abrirla.
La condesa estaba parada del otro lado de la puerta con sus manos tomadas por delante.
– Nina, puedo pasar?– Nina tembló al escuchar la voz de la mujer, era la primera vez que la llamaba con una voz dulce y cálida.
– No creo que tengamos algo que hablar – dijo en tono seco.
– Quería pedirte perdón una vez más– llegó hasta Nina y postrandose de rodillas en el piso bajo su rostro, las dos jóvenes al ver a la condesa se sorprendieron.
– Señora, no creo que sea necesario se arrodille.
Grace con lágrimas en los ojos miro a Nina, quien sintió que su corazón dolía.
– Levántese – dijo tratando de levantar a la mujer del piso.
– Te hice daño, y mira. La más perjudicada he sido yo, me duele el alma al ver que lleve a mi hija al precipicio, que prácticamente le dañe la vida.
Nina trago en seco y miro a Grace sin decir nada.
Se dió media vuelta y camino hacia el balcón de la recamara.
– Le agradezco el haber Sido tan fría y hostil conmigo; si no lo hubiera sido jamás me habría enterado de la existencia de mi madre. Todo sucede por algo.
Grace Gimió.
– Sabe, yo hubiera sido una excelente hija, siempre tuve tanto amor para dar, y nadie que lo recibiera; mi padre quien supuestamente me amaba más que a su vida también me decepcionó, permitió dejarme abandonada en esa propiedad porque usted así lo quiso.
Grace negó.
– No, no es como piensas, no te dejo allí por qué no te quisiera; lo hizo porque pensó que estabas mejor lejos del odio que yo sentía hacía tí.
Nina sonrió sin emoción.
– Triste verdad?, Da dolor como los hijos ilegítimos sufrimos por los errores de nuestros padres.
