Capítulo 08

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Edificio departamental Dionisio.

Recostado sobre la cama observaba las fotografías que sostenía en mano de ese último mes antes de retornar a Yeilow. Cantidad de indescriptibles aventuras, nuevos amigos, alucinantes recuerdos... y pensar que ahora estaba renunciando a continuar con ese estilo de vida.

Su inesperada decisión de permanecer  en la ciudad de Yeilow fue algo que a él también lo sorprendió. Pero, después de tanto meditarlo, se podría decir que fue la mejor decisión, o eso es lo que descubriría conforme pasara el tiempo.

Dejó las fotografías de lado y de un salto se puso de pie.

— ¡Bien!, hoy es el inicio de un nuevo estilo de vida. Y le voy a poner de todo mi esfuerzo para lograr conseguir mi objetivo... aunque... ni siquiera sé cuál es mi objetivo.

Decidió no darle muchas vueltas tratar de buscar su objetivo o un propósito que lo motivase. Se retiró de su nuevo hogar, tomó el primer taxi que paró y se dirigió al museo.

Apenas ingresó a la institución fue en busca del director para verificar si su encargo había llegado. Acompañado de dicho hombre se dirigieron al sector donde su pieza estaba establecida.

— Será nuestra más grande exposición — dijo el director mirando la vitrina de la corona.

Hace pocos meses, en uno de sus viajes atravesando el desierto en la nación de Karfet, descubrió ruinas de una antigua civilización; se decía que estaban malditas. Y consciente a dicha referencia, igual decidió adentrarse a investigar. Al final, con lo que salió en manos fue la corona de la reina Diora quien, según la leyenda, se casó con una Deidad; y que fue gracias a su unión lo que permitió que fluyeran ríos y abundancia de plantas a través de la desértica civilización.

Los siglos transcurrieron, y quienes heredaban el trono fueron educados para mostrar respeto a la gran deidad que sacó a su pueblo de la hambruna y desesperación. Pero, todo finalizó con la llegada de un heredero que se creía una deidad; aquello ofendió a la verdadera Deidad; tras su gobierno, los ríos empezaron a secarse, plantas a desaparecer, y como si eso no hubiese sido suficiente castigo, a la civilización azotó una tormenta de arena enterrando a todos los presentes dentro de ella.

Se creía era una leyenda imposible de encontrar y comprobar, hasta que él lo hizo. Tras su descubrimiento buscó a un grupo de arqueólogos confiables e iniciaron una investigación en dichas ruinas. Las investigaciones resultaron dar positivo a las hipótesis planteadas, y tras obtener resultado más concreto, se decidió dar la corona al museo de Kaltex, ubicado en la ciudad de Yeilow.

Las exposiciones en el museo siempre fueron encargadas a sus compañeros que participaron en la investigación mientras él continuaba viajando; que hiciera por primera vez una propia le hizo recordar sus años como estudiante de secundaria, en donde varias veces le pidieron exposiciones de ciertas clases, y cuando las hacía, no comprendía el contexto debido a que solo se dedicaba a grabarse las palabras.

— Falta una hora para la exposición, desea ver las otras piezas que trajeron o...

— Me gustaría quedarme y practicar mi exposición.

— Como desee, vendré a buscarlo minutos antes.

El director pasó a retirarse.

Ash se quedó mirando la corona; del bolsillo interno de su terno sacó las tarjetas ya preparadas con notas que creía necesarias.

Ojalá y recuerde las palabras...

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La firma del acuerdo de fusión con su agencia sucedió el día anterior, hecho de celebración con sus subordinados.  Esa mañana asistió al hotel con único propósito de conocer las diversas áreas que estarían a su disposición y revisar las posibles solicitudes existente hechas por los hospedados.

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