Capítulo V 🐾

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La comida se veía realmente deliciosa. Chifuyu había quedado visualmente encantado con las verduras al vapor, arroz blanco y los camarones tempurizados.
La madre de Keisuke había mostrado aprecio por el nuevo amigo de su hijo, pues era lo que ella llamaba "un chico educado y encantador".

-Puedes venir a comer la próxima vez que descanse de mi trabajo. Le diré a Keisuke que te avise -dijo ella sosteniendo el rostro entre sus manos con una gran sonrisa.

-Es muy amable, señora Baji -respondió correspondiendo la sonrisa- Mi madre casi nunca pasa en casa porque trabaja, así que debo encargarme de mi comida, que debo admitir que no se ve ni la mitad de deliciosa como ésta.

Chifuyu se vio en verdaderos aprietos, pues todavía tenía dificultades para realizar tareas con su mano izquierda, eso incluía tomar los palillos para alimentarse. Keisuke sonrió enternecido al verlo batallar con los utensilios de metal. Tomó una bolita de arroz de su plato y se lo ofreció. El chico se sonrojó ante el gesto, mientras probaba la bolita.
La madre de Baji quedó sorprendida por la actitud de él. Era la primera vez en mucho tiempo que lo veía siendo amable con otra persona. Pero su instinto de madre le decía que sus acciones no eran meramente por amabilidad. Y la confirmación para sus pensamientos fue un casi imperceptible sonrojo en el rostro de su hijo cuando Chifuyu le agradeció con una gran sonrisa.

-¡Vaya! Creo que me he olvidado que debía de ir a mi trabajo. Mi jefa me matará. Había pedido permiso por un par de horas para encontrar a Keisuke -dijo la mujer tomando su plato para comer rápidamente y levantarse de la mesa.

-¿No puedes simplemente pedir el día? -preguntó Keisuke aclarando su garganta, luego de que su madre reventara la extraña burbuja que se había creado alrededor de ellos.

-¿Bromeas? Un día perdido es dinero perdido... No te olvides de lavar los trastes -dijo ella corriendo por la sala buscando sus pertenencias. Antes de retirarse del apartamento, se despidió de ambos chicos.

Chifuyu se sintió muy incómodo de un momento a otro luego de quedarse a solas con Keisuke. Éste le ofreció un camarón luego de meter una buena cantidad de verduras en su boca. El chico abrió su boca sin cortar contacto visual con él. El pelilargo sintió como en su estómago volvía a generarse esa sensación de cosas revoloteando dentro de él.

-¡Esto está muy rico!-exclamó Matsuno luego de probar el camarón.

Su comida se vio interrumpida cuando Keisuke en un nuevo arrebato de impulsividad, tomó su rostro entre sus manos y volvió a besarlo. Chifuyu quedó paralizado. Pero se sintió tan bien. Cerró sus ojos cuando el mayor comenzó a profundizar, devorando sus labios en un beso desesperado. El chico tuvo que apartarse ligeramente cuando el aire se volvía una necesidad urgente para sus pulmones.

-¿Qué rayos hiciste conmigo? Siento que he perdido la cabeza y mi corazón se vuelve loco sólo por verte sonreír o incluso porque estás cerca de mí -susurró Keisuke sobre sus labios, luego de acercarse a ellos poniendo su mano en la parte posterior de la cabeza de Chifuyu, sujetando sus negros cabellos con suavidad, mientras su otra mano reposaba en su mejilla, acariciando con su pulgar la piel de su rostro.

-¿La culpa es mía? -preguntó conteniendo una sonrisa.

La puerta de la entrada se abrió de golpe, sobresaltándolos. La madre de Baji se había regresado por su teléfono, y al verlos en una situación tan comprometedora, sólo cogió su móvil y salió en silencio.

Matsuno apartó a Keisuke empujándolo para tratar de ocultar su rostro en su mano libre, diciendo que no podría ver a su madre a la cara sin sentir vergüenza. Baji rió fuerte diciendo que su madre no lo juzgaría mientras no fuera un descarriado delincuente.

-¿Y tú cómo estás tan seguro que no lo soy? -preguntó frunciendo el ceño, apartando la mano de su rostro. Keisuke aprovechó la oportunidad de besarlo una vez más.

-Habría oído sobre ti si hubieras sido uno -respondió tomando sus palillos para continuar comiendo.

El chico infló sus mejillas con disgusto. Si no tuviera el yeso, se habría cruzado de brazos en un pequeño berrinche.

-¿Cómo está tu ojo? -preguntó repentinamente, logrando que el chico desistiera de su berrinche. El menor tocó por encima de su parche y se encogió de hombros.

-No duele tanto como en un inicio, así que creo que estará mejor. Creo que lo golpeaste con tu mano o tu pie, no estoy seguro siendo sincero -trató de tomar sus palillos y celebró internamente al lograrlo a la primera oportunidad. Sujetó un trozo de zanahoria y lo llevó a su boca tarareando una canción de victoria.

Keisuke desordenó su cabello sólo para fastidiarlo, y lo consiguió, pues Chifuyu soltó los palillos que tanto le había costado sujetar.

-Te juro que si no fuera porque estamos en tu casa, y porque mi brazo no sirve de nada, te sujetaría del cuello y lo apretaría con fuerza -gruñó molesto, tomando su vaso de agua para darle un sorbo.

-Podrías apretar algo más -respondió con una sonrisa burlona.

Chifuyu escupió el agua que aún tenía en su boca, incluso llegando a trapicarse con ella. El pelilargo comenzó a reír más fuerte, dándole palmatidas en la espalda al otro. El chico estaba tan rojo como un tomate ¿Dónde estaba el sujeto tímido de la biblioteca?

-¡Eres un desvergonzado! -decía con una voz casi chillona, apuntándolo con su dedo. Baji simplemente siguió comiendo como si nada.




Pasaron el resto de la tarde charlando y viendo alguno de los álbumes de fotos que la madre de Baji tenía a simple vista. Chifuyu reía mirando las fotografías donde el mayor salía siendo atrapado haciendo alguna travesura. Sin embargo hubo una imagen que llamó su atención sobre la infancia y adolescencia del pelilargo: un Keisuke de 12 años salía en un parque junto al sujeto que había ido a visitarlo en el hospital, pero detrás de ellos aparecía él mirando hacia otro lado.

-¡Sabía que te había visto antes! -exclamó Keisuke sintiendo incluso nostalgia por el descubrimiento.

-¡Ahora lo recuerdo! Tú y ese imbécil estaban en esa pandilla de idiotas que nos golpearon y que casi matan a uno de mis amigos -comentó enfadado cerrando el álbum de fotografías con fuerza. 

Se puso de pie aún enfadado. Se sintió un verdadero idiota al no reconocerlo desde un principio. Agradeció la comida antes de retirarse del apartamento en completo silencio.

Keisuke quedó sentado en el sofá, aún tratando de procesar lo ocurrido.


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Escaleras [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora