México recibió un mensaje de su novia un martes por la mañana... Pero, no eran los buenos días o un "Te amo".
Canadá; su adorada novia, la estaba terminando.
En ésta historia seguiremos la historia a una México destrozada mientras trata de reconstr...
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Una vez que Rusia se levantó a vomitar, Nigeria se acercó a México. Quien seguía paralizada y con la mirada perdida, balbuceando en una baja voz entrecortada. El temblor de su cuerpo no se detenía, junto a aquel torrente de lágrimas que caía por su rostro. La africana se acercó lentamente y tratando de no asustarla, supuso que el contacto físico la asustaría y podría causarle un revuelo; por lo que, optó por acercarse lentamente y ponerse en cuclillas frente a la pequeña mujer para luego hablarle en voz baja y tranquila.
Nig: México, no voy a hacerte daño... Ven, dame tu mano y vamos a bañarte o vas a oler mal. Luego del baño pondré tus sábanas a lavar. Méx: Cannie... ¿Por qué?... Te dije que pararas...
Nigeria pudo notar en esa quebrada voz un hilo de terror y un aroma a alcohol bastante fuerte, México no pensaba con claridad y había que seguirle el juego para que no le pasara algo peor.
Nig: Tranquila pequeña, ella ya se fué...
Le ofreció la mano a la latina y una vez que enlazaron los dedos, la llevo con paciencia a la ducha, México aún envuelta en esa sábana sucia. Aquel departamento tenía un baño de visitas; mismo al que Rusia corrió, y uno con una tina conectado a la alcoba. Ese fue el baño que Nigeria escogió para que México pudiera bañarse; una vez dentro, le retiró la sábana y la dejo en el suelo. En unos momentos le ayudaría a lavarla.
Nig: Ésta no es la manera en la que creí que te vería hoy... Pero, no importa. Lo importante es limpiarte y que te sientas mejor.
México solo entró a la bañera; sin decir una palabra, abrió la llave que liberaba el agua en la regadera situada sobre ella y dejó que el agua fría la empapara. No sentía nada, solo dejaba que el agua la mojara. Perdida en sus pensamientos, recuerdos y visiones. Mientras tanto, Nigeria fue rápidamente a dejar aquella sábana en la lavadora; claro, si es que encontraba el cuarto de lavado. Al cabo de abrir algunas puertas lo encontró y puso la sábana a lavar; fue relativamente rápido, afortunadamente Nigeria no sufrió para encontrar el jabón de ropa. Una vez puesto eso a limpiar regresó a la ducha, encontrando a una México más activa mentalmente.
Méx: Gracias... Nig: No hay de que... ¿Necesitas algo más? Méx: Saca a Rusia de mi casa... Por favor, no quiero verlo. Hay una teléfono blanco en la mesa de la sala. Te va a conectar con Don Julio; el portero, dile que pida un taxi y que se lleven a Rusia... Si quieres puedes irte también...
México ya estaba casi sobria; cosa que deseaba no fuera así, su cargo de conciencia cayó en un segundo como el agua fría en la que se estaba bañando. La vergüenza y las ganas de llorar la estaban aturdiendo. Deseaba que aquello solo fuera una pesadilla, que al despertar estuviera abrazada a su pecosa de ojos esmeralda y le diera un beso dulce de buenos días; pero, en el fondo sabía que eso no volvería jamás.
Nig: Sacaré a Rusia; pero, no te voy a dejar sola. Méx: Como gustes...
Nigeria solo salió del baño y avanzó rápidamente a la sala, tomó el teléfono blanco e hizo lo que México le había dicho, no pasó mucho para que el personal del edificio tocara la puerta y ayudaran a Nigeria a sacar a Rusia. Aquellos hombres conocían las viejas costumbres de su patrona y sabían que hacer, le dijeron a la africana que no se preocupara y que podía descansar tranquila.