parte 3

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Capítulo 3: He tenido cumpleaños peores

"Nos pasamos esperando 364 días, a que llegue uno, para que sólo dure 24 horas"


Tres largos años se pasaron volando. Hoy, 10 de enero es mi cumpleaños número 14. Bajé a la sala, después de que hice mi rutina básica —ir al baño, ducharme, cepillarme los dientes, vestirme, peinarme y verme en el espejo—. Mi padre me había dejado una nota en la mesa de estar, en la cual decía:


"Mack, no puedo creer que ya cumplas 13 años, como se pasa el tiempo, bueno te dejé tu obsequio en la cocina. Por cierto, no llegaré a comer, ve a la casa de los García luego de clases.

Atte: Tú padre"


Ni siquiera sabe que cumplo 14. Me encaminé a la cocina, donde -en el comedor- estaba un pequeño pastel circular de chocolate —mi favorito— en el cual tenía 13 velitas encendidas, a un lado había una nota que decía que pidiera mi deseo, lo cual hice."Que mi papá sea el de antes" exigí, mientras apagaba todas las velas.


Mis obsequios —colocados en 2 de 6 sillas— estaban envueltos de papel de regalo. No me contuve y los abrí. Eran 11 libros en total: la saga de "Las crónicas de Narnia", la trilogía "El señor de los anillos" y "El club de los corazones solitarios". Al ver todo eso sonreí ampliamente.


Tomé mí mochila, mí celular, las llaves de mí casa, mí nuevo libro —el cual no pertenece a ninguna saga o trilogía— y me dirigí a la parada del autobús, en cuanto este se paró y abrió sus puertas me subí.


—¡Feliz cumpleaños, Mack! Te daré tú obsequio en cuanto lleguemos al colegio.

—Gracias, Mike—le dije con mi sonrisa de esta mañana.


Caminé hasta el final del pasillo y me senté en el mismo lugar de siempre, saqué mi libro y leí hasta llegar al colegio, 15 minutos exactamente. Mike abrió las puertas y todos se bajaron antes que yo.


—Ábrelo, espero y te guste—dijo Mike mientras me pasaba una bolsa de regalo, la cual abrí y encontré con otro libro: "El juego de Ender".

—Muchísimas gracias, Mike—inmediatamente lo abracé, lo cual el correspondió.

—No fue nada, vete a desayunar. Quedan 20 minutos para clases—dijo revisando su reloj.


Me bajé y encontré a Selena a un lado de la puerta principal.


—¡Felicidades!—me felicitó la rubia de ojos azules, al momento de que sacaba una pequeña caja de su mochila.—Te va a encantar—me extendió la cajita lila con un moño morado encima y esperó que lo abriera.

—Muchísimas gracias-le contesté al tiempo de que sacaba de la caja un pinsajo.—¡Te amo demasiado!

—Ya sabía que lo ibas a amar. Vamos a la cafetería, yo invito.


Caminamos a la cafetería, donde a Selena le dieron un pastel para dos, el cual era de chocolate. Nos lo comimos mientras platicábamos de varias cosas: mis obsequios, nuestras clases de inglés por la tarde, mi padre, etc. Hasta que tocaron el timbre y nos dirigimos a nuestros salones. Las clases fueron normales y aburridas, cuando dieron el toque de salida, todos salimos velozmente.


La señora pelirroja, nariz pequeña, labios perfectos, tez pálida, ojos marrones, aproximadamente midiendo 1.66 metros, de 42 años —sí mal no recuerdo— y cuyo nombre es: Sofía García, me esperaba a mí y a su hijo —un año mayor que yo—, del mismo color de ojos y de piel que su madre, su cabello es café, pestañas y nariz perfecta —eso le sacó a su padre—, y de la misma estatura que su madre.


—Hola, señora Sofía—saludé cortésmente.

—¡Feliz cumpleaños, Mackenzie!, ya te dije que me dijeras Sofía, nada más—me contestó con la misma sonrisa que siempre traía —dejando mostrar sus dientes perfectos—, mientras salía Ángel —su hijo— del colegio—¡Hola pequeño! —le habló a su hijo.

—Mackenzie, ¡felicidades!—dijo él abrazándome, la verdad es que en estos últimos 3 años nos habíamos hecho muy buenos amigos.


Después de eso nos subimos al auto en camino a su casa. Para la hora de la comida había: pechugas de pollo empanizadas, con: verdura, papas a la francesa, salsa, tortillas y una Coca-Cola. Comíamos mientras platicábamos, cual familia feliz. Para finalizar nuestro pollo hubo como postre pastel de chocolate -pero, no pasó sin antes las mañanitas y la partida- disfruté cada trozo de pastel.


Al dar las 4:30 PM me dirigí a mi casa a cambiarme de ropa para ir a los cursos de inglés. Me puse un short blanco, una playera sin tirantes negra y otra vez mis tenis negro, me solté el cabello, me vi en el espejo, tomé mi mochila pequeña y salí de mi casa.

Selena estaba afuera de mi casa cuando salí de esta, la señora Sofía nos llevó a: Ángel, Selena y a mí a los cursos, nos tardamos en llegar 20 minutos. Nuestro maestro Pablo —chaparro, narizón, tez pálida, calvo, ojos azules, rechoncho, pero sobre todo muy amable—, nos saludó y nos permitió pasar.


La clase pasó muy rápido, puesto que repasamos superlativos y comparativos, un tema antes visto y muy fácil. En cuanto terminó, me cantaron las mañanitas y me felicitaron TODOS.


Regresé a mi casa, me bañé, me cambié a mi pijama de conejitos lila, vi que mi papá ya estaba dormido y lloré, al igual que todas las noches después de la muerte de mamá, pero total, he tenido cumpleaños peores.

el amor supera todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora