Sus padres habían creído que sería una maravillosa idea que sus hijos se casaran desde la primera sonrisa que se dedicaron, pero con lo que no contaron era en la difícil tarea que sería unirlos.
TaeHyung odiaba a JungKook.
JungKook odiaba a TaeHyu...
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Era una mañana muy tranquila en el palacio de los Jeon. Pequeños chirridos de los pajaritos se escuchaban alrededor y las voces de la servidumbre haciendo su labor cruzaban los pasillos del lugar.
Sin embargo, nada le quitaba el toque elegante que portaba y la alegría que desbordaba el palacio.
Un día muy emocionante para todos.
Después de tanto tiempo de espera, al fin los descendientes de Daegu y Busan estarían en un mismo lugar para conocerse como estaba previsto años antes. Tanta había sido la espera que ponía a todos ansiosos de ver la reacción de ambos príncipes una vez se conocieran oficialmente.
Todo debía ser perfecto.
—¡Auxilio! —se escuchó un grito desde el patio que llamó la atención de dos guardias.
—¿Qué sucedió? ¿Se metió otro roedor al palacio? —preguntó uno de los guardias que estaba evidentemente cansado—No, espera... ¿Fue el príncipe?
—¡Casi me dispara con esa flecha! —gritó asustada corriendo tras los hombres asustada—Ese niño n-no tiene piedad. —indicó casi en un murmuró mirando al pequeño azabache de 5 años que portaba una sonrisa llena de inocencia en su rostro
—Yo no hice nada. —comentó ladeando la cabeza para resaltar lo angelical que era
—Es un demonio. —susurró para ambos guardias que temerosos observaban los oscuros ojos del menor de los Jeon
El palacio tenía un gran historial de guardias que renunciaron a lo largo de los años. No era de esperarse, si como bienvenida el príncipe empezaba a disparar flechas al aire sin importar la seguridad de la servidumbre.
Le gustaba lo extremo.
Razón por la que muchos guardias habían huido o simplemente fueron traumatizados con una lluvia de flechas y la "encantadora" actitud de JungKook.
Tenía solo 5 años, pero su sonrisa mostraba maldad.
Pura maldad.
—¿Juegan? —preguntó alzando su arco junto a una flecha en dirección a los hombres—Tranquilos, nunca le acierto... Bueno, a veces. —sonrió preparándose para disparar
—¡Corre! —gritó un guardia antes de salir corriendo junto a su compañero y la mucama, consiguiendo que el menor riera a carcajadas al verlos volar como un rayo.
Le encantaba el poder que tenía sobre ellos.
—¡Jeon JungKook! —el azabache se estremeció al reconocer la voz de su madre, tragó saliva mientras soltaba el arco lejos.
—¿Sí, mamá? —preguntó nervioso junto a una sonrisa.
—¿Quieres dejar de espantar a los guardias? Nos estamos quedando sin servidumbre y seguridad por culpa de tus jueguitos. —regaño con las manos en la cintura y el ceño fruncido
