Día 3. Celos

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—¡Es que te juro que tenía ganas de acercarme, aventar a la pelos de mazorca y gritarle "Quítale las garras de encima a mi hombre, gata rompe hogares"!

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—¡Es que te juro que tenía ganas de acercarme, aventar a la pelos de mazorca y gritarle "Quítale las garras de encima a mi hombre, gata rompe hogares"!

—¿Tanto así?

—¡Que sí, Ochako, que sí! ¡Nadie me lo contó, yo lo vi!

Uraraka observaba a su mejor amigo caminando en círculos como gato enjaulado alrededor de toda la habitación repleta de pósters de personajes de anime, mangas, figuras y demás chucherías bastante dignas de un otaku en potencia como lo era Izuku Midoriya. La castaña se hallaba tumbada en la mullida cama individual, jugueteando con el pelaje de Pancho —el conejito que ella misma se había encargado de conseguir como regalo de cumpleaños el año pasado para el peliverde, asegurándole que era una copia suya idéntica, pero en tamaño petit y de color negro, que fue lo más cercano que encontró a la tonalidad de las hebras de Midoriya—.

El susodicho jalaba de sus revoltosos cabellos una y otra vez, volviendo su ya de por sí, rebelde melena, en un completo nido de pájaros.

El día había sido bastante normal para Uraraka hasta el momento en que un mensaje de parte de su mejor amigo con el código rojo encendió la pantalla de su celular y se dejó ver en el inicio de la misma.

>>Chisme. Ven para mi departamento. Ya.

Y la chica no necesitó nada más. Tomó los pantalones más cercanos que encontró, reemplazando el short de pijama que tuvo puesto desde la noche anterior hasta parte de la tarde de ese día. Abandonó la comodidad de su cama tan rápido que bien pareciera que le pusieron un cohete en las nalgas, y después de escribir una rápida respuesta para Izuku, salió corriendo de su gallinero —alias supuesto departamento, porque la falta de recursos económicos está fuerte y no le alcanzó para nada mejor— con el móvil en una mano, mientras que metía a toda prisa el brazo izquierdo en la sudadera que agarró del sillón.

Corrió hasta el edificio en el que residía su mejor amigo tan rápido que seguramente quemó hasta las calorías de la cena de Año Nuevo, y después de lo que pareció una eternidad para sus pobres pies, llegó jadeante, con sus regordetas mejillas completamente teñidas de un fuerte tono rojizo, y sudando como un auténtico marrano.

Entonces, la tranquilidad que antes la embargaba mientras veía una serie y tragaba dulces como para caer en un coma diabético, se vio reemplazada por la histeria–indignación–celos–no sabe cómo explicar tantos sentimientos juntos, que Midoriya le contagió con su relato.

Hasta ella le había agarrado coraje a la mujer "pelos de mazorca", y eso que ni siquiera la conocía, ¡pero bien que se estaba ganando un estate quieta bien puesto!

No, Ochako, no, se dijo a sí misma. Tienes que controlar tus deseos de cometer un acto de odio, no hagas arder el mundo en esta ocasión porque se trata de Izuku, y sabes que él si se va a tomar en serio tus "sabios consejos".

Tododeku Week 2022 || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora